
Para aclarar qué sé y qué no, les cuento que no vi “La ciénaga”, aunque viendo “La niña santa” creo que se puede apreciar bastante lo que Martel intenta hacer del cine, con su propuesta cinematográfica. Como he dicho ya algunas veces, mi principal ley a la hora de escribir críticas es no dejarme influenciar por cualquier cosa que cualquier otro crítico haya escrito en algún medio. Es por eso que siempre que puedo ver una película el día del estreno, sin que se haya comentado mucho sobre la misma, es una gran oportunidad para poder evaluar cualquier tipo de debate luego de haber hecho mi propio análisis del film. Claro está que si no es el caso a veces debo comerme varios meses sin leer una crítica y-créanlo o no-simplemente desaparece y me la pierdo.
Como varios sabrán, el de “La mujer sin cabeza” es un caso muy particular; el film se viene discutiendo desde antes del festival de Cannes, muchos críticos la han elogiado y la revista ‘El Amante’ la ha puesto como portada incluso antes que se estrenara en las salas. Hay comentarios por todos lados, opiniones, discusiones, reproches y halagos. Por estas razones yo he decidido no hacer una crítica de la película (que me gustó y me ha inspirado a armar una interesante semana de Cine Argentino) pero no quería guardarme cierta apreciación y algunos comentarios.
Retomando lo explicado recién nomás, hay ciertas cosas que se han leído mucho y se conocen que no quiero repetir; una de éstas me la guardaría por el facilismo que implica pero es una de las que más he notado (hasta de gente de la que no lo esperaba) y por lo tanto debo mencionarla: “La mujer sin cabeza” es una película difícil. Es un film que le pone un desafío al espectador. Volvemos un poco: ¿cine para elites?
No necesariamente. Por más trabajada que este la imagen (desde los incontables planos de cámaras fijas hasta esa cámara en el auto similar a la de-también buena-“El custodio”) y el sonido (hay un ruido-bien lejos, bajito, pero se escucha-como chirriante que parece indicar que en cualquier momento está por venir lo peor y que se hace presente durante gran parte de la película); por más planeado que parezca el film (porque sí, parece planeado), no nos podemos olvidar que detrás de todo esto hay una intención.
Les voy a contar rápidamente una suerte de teoría que el Matsan tiene para predecir si una película es buena (de ahí la encuesta de la semana); se basa en tres elementos: el título, el trailer y el poster. Digo esto porque en estos tres elementos (para el Matsan y seguramente para mucha gente) a simple vista “La mujer sin cabeza” falla. Tiene un título raro y poco atractivo, un trailer más raro y menos atractivo aún y un poster que no tiene nada de atractivo y tiene todo de raro.
Es esto intencional y, quizá, pretencioso por parte de Martel? Lo dudo, y la verdad es que no me importa. Si bien un trailer es un elemento de importancia para que a un espectador le llame la atención un film, no creo que sea fundamental en última instancia para cualquier espectador inteligente. Si de algo se quejaba la directora argentina en la entrevista que le hacen en ‘El Amante’, era de que siempre la acusan de darle la espalda al público cuando a ella le interesa (lo siguiente es textual) “conectarme intelectual y emocionalmente con ellos”.
Y a esto voy cuando hablo de la ‘intención’ de un film, hecho que se discute al planearlo. Si “La mujer sin cabeza” es difícil para el espectador, es obvio que es algo intencional de los realizadores. ¿Qué significa un film difícil? Una pieza que nos haga pensar, que nos obligue a estar todo el tiempo con la mirada concentrada en la pantalla, que nos atrape y nos emocione sin que quizá le encontremos razón. De ahí el título de este post; y algo que nos incumbe a todos y frecuentemente olvidamos (¿podré decir que tal vez no queremos?): usar la cabeza en el cine; dentro de una sala de cine. En todos estos aspectos “La mujer sin cabeza” es un éxito rotundo.
En lo que al film en sí respecta, plantea (como también Martel hacía en “La niña santa” con una especie de ‘encuentro’, por así decirlo-vean ese film cuando puedan-) una situación que establece un quiebre, un antes y un después. Aquí es el hecho de que Vero (una imponente María Onetto) atropeya algo en la ruta. Como le dije a mis amigas que me acompañaron a ver el film…En mi opinión: de dónde venía con el auto, hacia dónde iba, con quién, cuándo y por qué, incluso qué atropeyó; son cosas secundarias en el film de Martel. Por eso está el punto de quiebre, claramente marcado con la aparición del título de la película…Porque lo importa es lo que va a pasar después.
“La mujer sin cabeza” no es un gran film, pero tiene esa cualidad de los grandes films: que trasciende en hechos, tiempo y lugar. Yo veo hoy “Philadelphia”, de Jonathan Demme, y no va a significar lo mismo que significó en su tiempo (por más que me sienta tocado por ella); en cambio veo la excelente “The Shawshank Redemption”, de Darabont, o el film que da título a este blog (por mencionar un par), y me van a producir hoy las mismas emociones que ayer y seguramente pase lo mismo en veinte años. La tercer película de Martel podría bien existir en cualquier momento en cualquier lugar, y los hechos que acontecen en la misma pueden darse en esas mismas circunstancias.
Ahora me la juego más, pero yo hasta llegaría a decir, si me preguntaran qué hechos acontecen, que nada. ¿En la película no pasa nada? Y, más que ese punto de quiebre (que ocurre a los cinco minutos de comenzado el film), yo diría que no. Hay una naturalidad que lucha contra la ‘planificación’ de la película y que nos muestra a los personajes en diferentes escenas de su vida cotidiana; un guión de Martel que apela mucho más a la imagen que a las palabras dichas por los personajes. Pero en “La mujer sin cabeza” yo hasta podría decir que ni los personajes son importantes (era diferente en “La niña santa”). Sí, por más que esté presente el elemento del incesto y por esto algunos resalten más que otros (o por otras razones, como podrán ver en la Tía Lala de María Vaner), la cámara está enamorada del personaje principal; presente en el 99% de los fotogramas y fuerza dominante del film. Incluso se podría decir que el film vive un estado de trance similar al de la protagonista, que hace que al estar ella en cámara la mayoría del resto de los personajes se vean desenfocados, difusos y que provoca cambios temporales inesperados e imposibles de cuestionar (hay uno clarísimo que se relaciona con la protagonista durmiendo en un hotel).
¿Está el espectador en la ‘cabeza’ de la mujer sin cabeza? Ahí no sé, es personal, porque al ser un reto para el espectador, está clarísimo que como en todo buen cine, cada uno puede darle la interpretación que quiera. Por supuesto que “La mujer sin cabeza” es buen cine, aunque todo lo que digo quizá no sirva para convencerlos de ir a verla. Es buen cine, es argentina y me parecía un título apropiado para cerrar estas semanas que tratan un poco de los temas que mencioné al principio.
Quizá algunos Sospechosos no saben que es “La mujer sin cabeza”. Puede que no la hayan escuchado mencionar, puede que no les interese. Igual los invito a opinar porque es cine y, al final de cuentas, acá compartimos el amor por el cine. ¿O no?
Saludos
PD: Me quedaron un par de críticas pendientes (principalmente la de la rumana “4 meses, 3 semanas y 2 días), pero haré lo posible para retomar un poco estos últimos temas; y si no veré por donde las meto ;) Ah, y aunque ya es tarde, disculpen si me excedí demasiado.