Nos encontramos ante el primer drama de Jason Reitman, y no es que el director no haya filmado temáticas serias, sino que siempre se tomó las cosas con soltura y el terreno de “Aires de esperanza” es pesado. Hay una mujer sola y deprimida (Kate Winslet) con su pequeño hijo (Gattlin Griffith) hasta que de pronto irrumpe en su vida un fugitivo de la cárcel (Josh Brolin). Una vez más, el trailer engaña. Esta no es sólo una historia de amor y aunque el final endulce un poco las cosas, Reitman logra no juzgar a ninguno de sus personajes. No nos obliga a ponerlos en tal o cual lugar y es el público el que dará su opinión en un film que transita un dilema moral. Lo que perjudica a la película es lo que debe entregar Reitman a cambio. La soltura le trajo al director la ausencia del subrayado; la facilidad para esquivar lo literal. Podríamos atribuir esta cualidad a los ingeniosos guiones de Diablo Cody (“Juno”, “Young Adult”) que tan bien supo filmar, pero “Aires de esperanza” no es la primer adaptación que Reitman hace de una novela. En “Up in the air” manejó un tono predominantemente ligero que emocionaba de a ratos. Bueno, es como si aquí se hubiese llevado a cabo la operación contraria pero olvidando el “de a ratos”. Se me hace que no hay descanso en la pantalla para el temor, la tristeza, la duda, el acecho. La cámara lenta y la música acompañan una puesta en escena que sin ser “12 años de esclavitud” –y por más que la cálida luz solar invada los planos- tiende al sufrimiento naturalmente. Siempre hay una mirada, un gesto que recuerda lo dificultoso de la situación. Y los diálogos lo cuentan todo, y aún así se pierde mucho tiempo reconstruyendo un núcleo de la trama que el espectador precisa conocer pero podría haberse dosificado de otra forma. El flashbacks y su uso no están aquí dentro de los aciertos. Sí vuelve a estarlo el reparto, una constante en Reitman que está vez se concentra por completo en el contacto físico y visual. Saca lo mejor de la desesperación característica de Kate, le da a Brolin material para divertirse, el nene también está muy bien, y destaca la joven Brighid Fleming. Luego hay actores con participaciones breves, casi irrisorias, como el policía que interpreta James Van Der Beek. ¡Te queremos Dawson!
---7/10
"Noé"
¿De cuántas
formas puede llevarse a la pantalla un hecho bíblico? Solemos tomar las
historias de la biblia como algo dado. Se han retomado tantas veces,
simplificándose a su mínima expresión, y si no somos estudiosos de la cuestión
tenemos en la cabeza trazos muy gruesos. Esto vale tanto para la vida de Jesús
como en el caso de Noé y su arca. Y digo esto porque el último film de Darren
Aronofsky tiene algo de la osadía que tuvo el acercamiento que Mel Gibson hizo
con “La pasión”. No se trata de una puesta tan gráfica y literal; Aronofsky se
ve más seducido por lo alegórico y onírico –lo que explica algunas de las
libertades que se toma respecto del texto original- pero el relato está
trabajado con suma seriedad. Cabría preguntarse si con demasiada. El elenco,
soñado, tiene a Russell Crowe como Noé, una Jennifer Connelly que se luce mucho
y aportes de lujo de Anthony Hopkins, Ray Winstone, Logan Lerman y Emma Watson.
Los dos jóvenes actores -superestrellas para su corta edad- vienen de compartir
cartel en “Las ventajas de ser invisible”, donde los papeles les calzaban
perfecto. Personalmente, no los hubiese imaginado atacando tal grado de
solemnidad a esta altura de su carrera, y aunque esperé descolocarme o
tentarme, ambos son tan buenos que eso no sucedió. Lo concreto es lo siguiente:
Aronofsky trae una “Noé” épica, sufrida, lenta y dramática hasta la médula que
-una vez más- no es exactamente lo que vende su trailer, pero tiene como aliado
al infalible 3D. El formato saca a relucir los paisajes y destaca el elemento
onírico del film. Por otro lado, entre tanta solemnidad el director intenta
mantener viva la noción de lo que sucede como si fuese un simple cuento. No se
trata de quitarle a los diálogos profundidad y simbolismo -un camino
evidentemente inquebrantable para la película- sino de reconocer que la
síntesis y los esquemas son necesarios a la hora de explicar el mundo. Este Noé
es un dedicado padre de familia (un cruce tribal entre cavernícola y chamán)
que, por más conectado que esté con la tierra y el cielo y, aunque le haya
tocado una misión importante, tiene que contarle a sus hijos el cuentito. Ellos
tienen que entender en qué consiste salvar el mundo…y la Creación, y Adán y
Eva, y la manzana. A eso iba al comienzo de la crítica: todos sabemos ‘de qué
va’ la cuestión, pero muchas veces tenemos una idea general que olvida las
particularidades. En esos detalles está la riqueza de estas vivencias y
entiendo que, aún en medio de una superproducción, el director busca rescatar
algo de ese espíritu (con licencias, ya se dijo también). Pero es todo muy
denso, pesado, intenso, y por más que sea loable la intención, es imposible
dejar de pensar que el camino pudo haber sido otro. Se estrenó en un feriado,
pero si compite con una de terror y con “Betibú”, lo más lógico es que se
posicione al tope de la taquilla. Aunque no sea realmente una buena película.
---6/10
"Betibú"
Primera cuestión
a señalar: interesante decisión comercial estrenar una película nacional en la
semana de comienzo del BAFICI. Veremos cómo le va a esto que a fin de cuentas
es un vistazo. “Betibú” es un vistazo a un género que con liviandad de hace de
las mejores herramientas para contar su historia: protagonistas y secundarios
magnéticos y una intriga que se sostiene hasta el final aunque la recompensa no
sea tan satisfactoria (quiero decir que, para ser ‘una de misterio’, deja mucho
que desear; pesa mucho la necesidad de un final descollante y no se da de esa
forma). La estrella es Mercedes Morán –siempre firme, ni un gesto de más- y su Nurit
(Betibú es el apodo, con una explicación que se hace esperar y tampoco
deslumbra) es el centro del relato, que la va de un asesinato y su resolución.
No hay mucho más que eso, en otra muestra del síndrome ‘episódico’ que el año
anterior trajo “Séptimo”. Aunque se hurgue en el pasado, la narración se siente
efímera. “Tesis de un homicidio”, por traer un ejemplo, tenía una complejidad
aparte y una profundidad en el trabajo de los personajes que sostenía la
historia, sin que pareciese “otro caso más en el capítulo de hoy”. Miguel Cohan
ya había transitado algunas de estas zonas en su ópera prima (“Sin Retorno”),
pero más allá del planteo abierto en el final, se trató de una película
demasiado correcta. De género, pero sin tanto riesgo. Esto sucede porque en
Argentina el cine de género industrial está ganando espacio pero todavía se
toca de costado. Así era “Sin retorno”, así fue Bielinksy y, aunque hay raras
avis acertadísimas como “La corporación”, quizá esa sea la mejor manera. Porque
otra vez vuelvo con esto: el tocar de costado permite trabajar el elemento
local; tocar de lleno lo descuida, más si se trata de una coproducción (nota al
respecto: hace menos ruido el acento de Ammann si se lo justifica como español
que si se pretende que sea argentino). “Betibú” en este apartado es, dijimos,
un vistazo al género policial. Sin embargo, el crimen como disparador
inmediato, los escenarios (el detrás de escena del diario, la policía, el
trasfondo de la corrupción y el poder) y la precisa música de Federico Jusid
dan cuenta de un trabajo asentado en el género. Entonces, aunque pueda ser
intencional, lo que nos queda es un mundo de fantasía: countries, sucuchos,
chacras y escuelas desiertas, donde los rastros de Argentina aparecen en las
expresiones de un arsenal de actores de primer nivel –todos con sus manías
buenas y malas- y el saber que se está adaptando a la pantalla una novela de
una escritora nacional. Pero estas son cosas extracinematográficas; aunque
parezca, esta información no está EN la película. De hecho, “Betibú” es tan de
género y tan industrial que es como Hollywood en Argentina; eso que pasa cuando
se reúne a un elenco estelar y que aquí no se ve seguido como en este caso. Un
desfile de nombres importantes que hacen lo que saben hacer y un director que,
ante el presupuesto del film y las expectativas, se muestra medido, contenido.
Como si fuese no una película DE Miguel Cohan sino más bien una DIRIGIDA POR
él. Y eso es exactamente lo que reza el póster del film.
---6/10
No comments:
Post a Comment