Tuesday 30 March 2010

Talleres, cine, moscas y la vida...siempre la vida

Empecé la facultad nuevamente hace un par de semanas. Es algo que no conté, más que nada porque no hay mucho para contar. Las materias dejaron ver sus ideas con sus teóricos iniciales (algunas metiendo más miedo que otras), se dieron textos para leer y las vacaciones de Semana Santa, generosas, deberán dejar espacio y tiempo para leer un poco porque de otro modo la vuelta a clases será difícil.

Aunque hay una materia que se expresó con más claridad, quizá porque tiene bastante que ver con la expresión: Taller Audiovisual. El plan es, en pocas palabras, usar la ficción como excusa para aprender el lenguaje audiovisual. Uno ve cine hace años, pero nunca está de más, ¿no? Lo conocí al titular de la cátedra, Enrique Angeleri, quien además de contarnos el programa anual nos pidió –amablemente, con mucho amor por su trabajo y a la vez rencor por el sistema de exhibición de mierda que hay en este país- que fuéramos a ver su película, “La mosca en la ceniza”. En realidad él la editó y la produjo; la directora es Gabriela David.

Otra cosa que no conté es que el otro día conocí a un mosquito suicida. Es increíble, sí, pero cierto. Se posó acá al lado de la computadora, quieto, mirándome. Yo comencé a espantarlo con las manos, con todos esos gestos que uno hace cuando quiere sacarse a un mosquito de encima. Sin embargo, el tipo no se movía. Estuve un poco más violento y logré que se trasladara hasta una pared, pero juro que seguía sin moverse. Supuse que se quería morir, porque volví a acercar las manos y a moverlas y el mosquito seguía en su lugar. Así que busqué una servilleta, lo toqué un poquito, sin impactarlo tan fuertemente, hizo algunos y se reacomodó...esperando el impacto. Lo maté.

Los primeros minutos de “La mosca en la ceniza” muestran la imagen de algunas moscas. Moscas que se cuelan entre la ropa, las telas; moscas que revolotean por ahí y que Nancy (María Laura Caccamo) trata de agarrar. Una vez que atrapa alguna, la mete en un frasco con agua y empieza a revolver. La cámara lo filma todo como un ritual, con una sonrisa enorme en la cara de Nancy que le pone una inmensa atención y dedicación a algo que uno podría considerar una estupidez. Y es que es, efectivamente, un ritual para ella, y un ritual que acompaña como un enigma al espectador, para ser resuelto recién en los últimos minutos del film. Se puede renacer, sí, se puede revivir. La vida que se construye después de hacerlo es otro tema.

Toda la primera escena de la captura de la mosca concluye con una imagen que nos deja ver el frasco y el insecto, caminando lentamente por un palito mientras Nancy se va corriendo porque su amiga Pato (Paloma Contreras, de “Tratame Bien”) la vino a buscar. Es una imagen poética, de esas que están bien construídas, que son bellas y no sabemos bien por qué. En principio, y dentro del contexto del film, la imagen es fundamental pues plantea el comienzo del enigma, algo sobre lo que debo insistir. ¿Qué es, después de todo, eso? La mosca, el frasco de agua, Nancy revolviéndolo...La imagen funciona.

Todas las imágenes funcionan en la película, una película que no ahorra en imágenes ya que apela a ellas desde un principio: en las imágenes reside todo su impacto emocional. No creo que sea casual –y me emociona- que el trabajo de fin de año de la materia Taller Audiovisual implique la realización de un corto de 5 minutos con absolutamente nada de diálogo. Hay que aprender a contar con imágenes y no usarlas sólo para presentar el ambiente y dejar que el diálogo haga lo demás. Es una disyuntiva eterna en el mundo del cine, más aún en el de nuestro cine. Hablé con mi padre y me contó que Campanella estuvo en Tiene La Palabra (por TN), y que dijo que la base de todo es un guión sólido y bueno. Nadie se lo va a negar, pero él viene de otras escuelas y trabaja en otro lado. Acá en Argentina la realidad es otra: hace una década que se vienen contando historias primordialmente con imágenes; hace una década que nuestro cine apuesta a los actores no profesionales o, en su defecto, a dejar ver a los más profesionales en cosas inesperadas; hace más de diez años que se busca explorar y explotar nuevas realidades y escenarios o –y esto es lo mejor- darle una nueva vida a los lugares más comunes. Y no hablo de los lugares comunes argumentales, sino de lugares físicos.

Fíjense como Celina Murga nos redescubrió Paraná a través de Ana, observen lo que Trapero hizo con su casa rodante en “Familia Rodante” (aquí mi crítica), o lo que hizo con la Patagonia en “Nacido y Criado”. Sorín le dio nueva vida a la Patagonia con “El perro” e “Historias Mínimas”; Llinás lo hizo con el interior bonaerense mediante sus “Historias Extraordinarias” (aquí mi análisis). La lista sigue, pero todas estas películas son portadoras de imágenes que acompañan a la historia, que no son gratuitas. Son imágenes que hablan y dicen mucho, porque a veces las palabras cansan, o porque quizá algunos lo prefieren de ese modo y punto. Todas las películas mencionadas tienen imágenes que respiran y dejan respirar (siempre molesto mucho con esto) por más que el sentimiento de lo que se cuenta sea de encierro (“Crónica de una fuga” es el mejor ejemplo); imágenes que no siempre dejan bien claro en que lugar se está, cuáles son los límites de lo que se ve. O, si es necesario el caso –y sería el peor de los casos-, agarran cada lugar desde un nuevo lugar (acá vale la redundancia) en cada situación. Digamos, hacen valer la repetición.

Porque, mal que mal, Campanella necesita ciertas bases que son inconfundibles y que no se ‘re-descubren’ tanto. El club en “Luna de Avellaneda”, el diario en “El mismo amor, la misma lluvia” (aquí mii crítica), el juzgado en “El secreto de sus ojos” (aquí mi crítica). Quiero decir, como el re-descubrimiento no le sirve para su historia, para lo que está contando su guión, no lo aplica. Lo importante es la situación, la acción, el lugar en común donde las cosas suceden. Y esas cosas deben suceder. No quiero minimizar a Juan José, que narra muy bien, y la tiene muy clara en lo que contar con imágenes significa. Pero siempre están los diálogos, las descripciones, los detalles cursis y románticos, el ‘costumbrismo’ (para bien o para mal), ese humor tan particular e ingenioso. Qué se yo. Vean la provincia de Salta...vean “La mujer sin cabeza”.

Aquí debo hacer una pausa. Resulta que hoy tuve clase con el titular Angeleri. El profe reconoció la necesidad de hacer una catarsis frente a nosotros pues a la película no le está yendo bien. Habló de varias cosas, pero lo que más me llamó la atención es que él no la reconoce a la directora Gabriela David en este marco de cine nacional que estoy mencionando. Él dice que sus películas se paran en el medio; que no son ni tan de la vieja guardia ni tan Nuevo Cine Argentino, por ponerle un nombre. Cada cosa es lo que es, pero yo no hago todas estas referencias a films de nuestro cine por nada. Hay, creo entender, más que una similitud entre la película de Gabriela David y este movimiento nacional (con el que el profesor, con menciones a la crítica especializada, aparentemente tiene una relación tambaleante de amor/odio). Y no me parece malo.

“La mosca en la ceniza” encuentra un gran acierto en meterse sin miedo con lugares de conocimiento general en Capital Federal. Excepto la imagen que mencioné, todo el desarrollo anterior al viaje en colectivo no contiene más que la presentación de los personajes, en situaciones y lugares que recuerdan mucho al corto “Tierra Roja”...no sé si la directora lo habrá visto. Lo más interesante y original arranca después. Luces de la gran ciudad que Nancy y Pato ven desde el colectivo, la estación Retiro y sus barcitos, un taxi, la calle Agüero, un barrio importante y una canción. Qué canción esa. Estos son los elementos que marcan la llegada de las chicas a Buenos Aires; lo poco y nada que verán antes de caer en el encierro total. Luego de que las hace entrar a una casa Oscar (Luciano Cáceres) y las recibe Susana (impecable Cecilia Rossetto), ellas no ven nada más. Pero la cámara sí, que no se cansa de enseñarnos el contraste en una ficción que tiene no poco de la realidad (la directora se inspiró en un artículo para hacer el film). En esta ciudad es así: todos hablan y nadie escuchada nada; está todo demasiado fuerte.

Además, el contraste que Gabriela David expone no se da sólo entre esta suerte de burdel y el mundo de afuera, la ciudad. También hay un contraste que ocurre adentro, desde el primer momento en que Pato y Nancy descubren el engaño. La primera, concentrada en querer estudiar y educarse, no quiere ser parte de una cosa así; la segunda, inocente, tarada, ingenua, maquillándose y paseándose de cuarto en cuarto. “Te gusta trabajar de puta a vos?”, le dice Pato. Es una de las frases mejor colocadas y más potentes de la película, sobretodo porque sabemos que esa pregunta Nancy no la puede responder; que en su cabeza no pueden aparecer todas las dimensiones de la situación que está viviendo y que, por tal o cual motivo, debe seguir bailando y saltando de alegría en un cuarto en el que los clientes eligen con cual de las chicas quieren estar, mientras suena una canción...ésa canción.

Hay otras chicas, y está bueno que la película las presente en iguales condiciones, ofreciendo los elementos necesarios para que uno pueda sacar las conclusiones acerca de cada una. Algunas hablan de más, pero en general no sabemos cómo llegaron allí, cuál es cada situación en particular ni cómo realmente la están sobrellevando. En este aspecto, las personalidades más definidas son las de Nancy y Pato, protagonistas que ven su amistad en peligro por lo que está ocurriendo y que parece no tener salida. Una paraguaya (excelente Ailín Salas, de “La sangre brota” -aquí mi comentario-) les dice en un momento, cuando escucha a Pato pidiendo ayuda a gritos desde uno de los cuartos: “No grites que te van a escuchar...acá te escuchan; pero afuera no”. Es un momento muy bien construido, pero que le resta un poco de impacto a todas las formas en las que luego la directora intenta retratar el primer contraste mencionado.

Aquí hay dos cosas. Primero, un tema de guión. Un guión extremadamente escaso, que pierde fuerza cada vez que los personajes dicen cosas que ya sabemos. Si las imágenes de “La mosca en la ceniza” muestran todo tan claramente, algunas palabras particulares o diálogos extendidos le juegan en contra. La discusión de las chicas en Retiro, o algunas frases en la última escena que comparten el mozo José (Luis Machín) y Nancy. Lo segundo es lo de la imagen, y de cómo, aún cuando la situación ya está bastante establecida y parece comenzar a estancarse, la película sigue buscando distinguirse desde las imágenes, re-descubriendo esa pequeña cuadra en la que el burdel pasa desapercibido entre cafés, patrulleros despistados, peatones descuidados y floreros sordos o desentendidos.

Hay una idea de rutina que justifica esto. Por más que cada vez que vemos la calle las personas que pasan caminando son distintas, se sostienen las imágenes del florero y de José, que trabaja en el café que está en frente al lugar donde las chicas están encerradas. Cada día es algo nuevo pero a la vez es lo mismo. En el caso del florero, una flor distinta cada vez que la cámara lo enfoca, o una charla ocasional. Sin embargo, siempre ahí atrás (o adelante, o en todos lados) los gritos de auxilio, que se escuchan. El caso de José es mejor porque es un personaje principal y es más detallado. Cambia la mesa en la que sirve un pedido, cambia el plato, si viene con un café o con un jugoso bife, pero no cambia la historia, su historia. Los dientes que ya no tiene y la botella que nunca abandonó aparecen a lo largo del relato, pero tienen su momento glorioso en la introducción del personaje; una secuencia muy ingeniosa que nos hace escuchar, mil veces, la misma historia.

Yo creo que, más allá de ciertas contradicciones, “La mosca en la ceniza” es una película que vale la pena. No trae nada nuevo, pero sí cuenta lo que cuenta con nervio y pulso apasionado, alejado a la vez de todo caos y priorizando decisiones formales como planos fijos y ocasionales movimientos que siempre están a favor de la trama. El problema es que es una trama que no se despega nunca de una situación conflictiva inicial y que pretende estar suspendida en ese limbo (ese encierro plagado de música perturbadora) pero que nunca puede ocultar su necesidad de un desenlace. Lo sabemos por el artículo en el que se basa el film, lo sabemos porque las imágenes lo anuncian inevitablemente y lo hacen de una manera un poco brusca. No cambia nada lo que pienso sobre el film, pero aunque su final es correcto y, una vez más, poético (pero más que poético incitador, a algún tipo de reflexión) no hubiera sido menos interesante ahorrarse ese breve capítulo final.

Aún así la película dice muchas cosas y permite varias lecturas. En este momento tengo en la cabeza una idea bastante formada, que la película deja ver y que tiene que ver con la vida. Y es que todos los personajes parecen haber aceptado su destino, que es fatal: José y una miseria que ya no puede ocultar, Susana y su atadura a ese horrible lugar que ella hace funcionar, Oscar y su inexplicable atadura a Susana, las chicas que siguen bailando y entrando a los cuartos. Excepto Pato. Ella desde el primer momento tiene claro que tiene que irse de allí porque cree en un destino justo. En cambio Nancy...Nancy también aceptó su destino. Un destino que en su cabeza es justo porque que tiene que ver con salvar su amistad; un destino que, a causa de su inocencia y su desparramada percepción de las cosas, podría terminar dándoles a todos un destino verdaderamente justo. Un destino parecido al que defiende Pato, ¿no? Aunque, y la película esto también lo sabe, nunca se hará del todo justicia.

Mi recomendación, un granito de arena y lo mínimo que puedo hacer porque Angeleri tenía razón y la película es incapaz de serle indiferente al espectador; porque me encanta el Cine Argentino y lo sigo defendiendo a toda costa, es que se acerquen a verla. Con suerte hasta el jueves todavía la encuentran, si los distribuidores no le juegan una mala pasada. No sé si sirve de mucho, pero si andan por Buenos Aires, intenten acercarse. Las salas?

SALAS Y HORARIOS

CENTRO

Monumental
Lavalle 780 - 4393-9008
13:00 , 15:00 , 17:00 , 19:00 , 21:00 , 23:00

ZONA NORTE GRAN BS. AS.

Showcase Cinemas Norte
E. Echeverría 3750 (Vicente López) - 4756-4433/4756-4040
12:20 , 14:35 , 17:05 , 19:35 , 22:10
Trasnoche: (Miércoles,Viernes,Sábado): 00:30

ZONA OESTE GRAN BS. AS.

Showcase Cinemas Haedo
Dr. L. Güemes 369 (Haedo) - 4443-9990/9
12:05 , 14:10 , 16:15 , 18:20 , 20:35 , 22:50
Trasnoche: (Miércoles,Viernes,Sábado): 01:15

PUERTO MADERO

Cinemark 8 Puerto Madero
Alicia Moreau de Justo 1920 - 0800-222-2463
12:45 , 15:00 , 17:30 , 19:45 , 22:10
Trasnoche: (Viernes,Sábado): 00:30

Saludos Sospechosos!

Monday 22 March 2010

Vengo del país de las pesadillas

Porque no todo siempre puede ser maravilloso y porque el cine siempre da lugar a las sorpresas, también tenemos la suerte de que el querido Marty Scorsese siga con el brazo y el pulso tan firme como siempre. Bueno o malo, la gente mira y opina, sobre el film y sobre la figura detrás del mismo. Lo que les aseguro es que “La isla siniestra” es una película que no deja a nadie indiferente. ¿Se la van a perder?

La crítica de “Shutter Island” (dedicada a Agus Castelli, que la vio conmigo en una escapada improvisada al Multiplex), a continuación.

“Shutter Island”

Considerando todas las películas que hemos visto esta última década sobre hombres con problemas mentales, alucinaciones y demás, “Shutter Island” de Martin Scorsese es la primera que no intenta ser demasiado ‘cool’ y moderna. De hecho, habita su tiempo tan bien que, si no fuera por algunos de los sueños recurrentes del protagonista, podríamos tranquilamente creer que está ocurriendo aquí y ahora. Pero el año es 1954, y todavía nos queda una pequeña contradicción. Scorsese, un director sabio y experimentado, no tiene la intención de hacer una pieza de época en la que deberíamos sentirnos ‘como si estuviéramos en 1954’. No. Como esta es la adaptación de una novela, y como él conoce el cine y los géneros como pocos, le entrega a los agentes federales Teddy (Leo DiCaprio) y Chuck (Mark Ruffalo) un par de sombreros con clase tipo film-noir cuando los conocemos por primera vez y también carga la película con un sentimiento musical que, sin ser demasiado invasivo, nos retrotrae a épocas clásicas. Sin embargo, la verdad es que está interesado en establecer las premisas para una maldita pesadilla; y esa es una idea que al final del día lo vuelve a él y a su película más modernos que cualquiera.

Nadie está pretendiendo en “Shutter Island”. Esta no es una película que se improvisó, que se filmó con una especie de ‘veamos como sale’. No es el territorio usual del director, pero eso no quiere decir que va a pisar un territorio nuevo con las manos temblorosas. No, el que hará eso será Teddy, en un paseo que acecha y aterroriza al espectador, confundiéndolo a la misma vez. Teddy y Chuck llegan a la isla para resolver la desaparición de una paciente demente, pero una vez que Teddy descubre una conspiración, no hay vuelta atrás. “Shutter Island” te agarra y no te suelta hasta el último minuto. Scorsese siempre ha sido bueno con eso.

Aún así el territorio permanece como nuevo e inexplorado para el espectador: es la película más lenta (sí, es la palabra) de Scorsese en años; hay pocos sets y locaciones específicas, hay poca acción y muy pocos personajes para conocer. Nos damos cuenta al salir de la sala que la cámara no abandona a Teddy por un instante y que el interés más alto del director está en llevar la cuenta de todo lo que ocurre en su conflictiva mente. Es casi claustrofóbico, pero al final del día funciona porque el interés que el film tiene por Teddy es genuino y en ningún momento hay una intención de engañar al espectador. Ningún truco de guión que nos vuele la cabeza para generar un final inolvidable, nada de acelerar las cosas para saltar a conclusiones fáciles; “Shutter Island” es la primera película de su tipo que termina circularmente y debido a un tema de personaje. Esto quiere decir que el film comienza los créditos finales y sabemos que no ha terminado pero lo creemos, por las cosas mencionadas arriba. Esto es más fácil de entender si han visto films como “The I Inside” (aquí mi crítica), “El efecto mariposa” (aquí mi crítica) y “La ventana secreta” (aquí mi crítica); las últimas dos películas que no son malas –una es genial- pero que llegaban a su conclusión de manera conveniente o abrupta, no gradualmente.

Cada aspecto de “Shutter Island” está manejado con el mayor de los cuidados para que el viaje de Teddy realmente parezca gradual. Hasta los sueños recurrentes en todas sus formas distintas, que sin duda molestan y cansan al espectador, aparecen como completamente necesarios. No hay truco aquí; sólo una gran filmación de un gran equipo. La fotografía de Robert Richardson, Thelma Schoonmaker en la sala de edición. Y la actuación de DiCaprio (otro trabajo gigante) ayuda mucho, considerando que sigue sosteniendo el título de “la mirada más intensa de Hollywood” y que podría ser, en este momento, la única estrella de Hollywood capaz de entregar un tour-de-force con completa conciencia de su rango; de dónde empieza y de dónde está el límite que no debería pasar. Me vuelvo loco con las habilidades de Clooney, pero sé que es él mismo y que no hay esfuerzo; amo la excentricidad de Depp pero admito que esta década en películas ha estado ido del mundo real como lo conocemos; admiro los excesos de Day Lewis, pero todavía no puedo conmoverme con una interpretación tan intencionalmente sobreactuada (podría seguir con los nombres, créanme).

Pero DiCaprio...siempre parece estar intentando con toda su fuerza y garra y su cara muchas veces se ve como el sufrimiento mismo. Y eso es lo que lo hace real. Por eso es que elegimos creer las cosas que experimenta aquí y en tantas otras películas podrían estar pasándole. Él no es tan inalcanzable; ni él mismo puede empezar a creer lo que está sucediendo. ¿Alguien como Jack Dawson con una oportunidad para subirse al Titanic? ¿En serio?

---8/10

PD: Casi me olvido. Victor Trujillo ha hecho un nuevo y emocionante agregado a su comunidad MuchoCine.net (donde pueden encontrar -pocas todavía, nunca tuve mucho tiempo para pasarlas- algunas de mis críticas): los blogs. Aquí abajo les dejo el link, y no se olviden de pasar a visitar porque, como todo lo de MuchoCine, es muy completo y tiene muchas posibilidades.

Blogs de cine

Saludos Sospechosos!

Friday 19 March 2010

Vengo del país de las maravillas

Hoy, por casualidad pura, o quizá por la generosidad de la cartelera de cine de la ciudad de Buenos Aires, se me permite combinar en una semana a dos de los directores más exitosos y respetados de Hollywood, meditar (o no) sobre su figura de ‘autor’ y hablar de sus últimas películas que, además de ser ambas buenas, tienen en común que en la sala de cine son experiencias casi imperdibles.

La crítica de “Alicia en el país de las maravillas” (dedicada a Leopoldo, un grillo que hace ruidos extraños por la noche y que me acompañó a verla y me había pedido que escribiera), a continuación.

“Alicia en el país de las maravillas”

“No fue la suerte quien me lo enseñó, me até a la fuerza que vivía en mí con siete llaves de imaginación” – Alejandro Sanz

Es un desafío para alguien como Tim Burton hacer una adaptación de los libros de Alicia de Lewis Carroll. Verán, Burton nunca ha sido y nunca podría ser reconocido por su escritura, la mayor parte de la cual no hace. Lo que quiero decir es que siempre empieza de cero, basando sus películas en cosas que puedan crear mundos especialmente capaces de quitarnos la respiración. Su arte siempre ha estado más del lado visual que del narrativo, y en muchas formas su “Alicia” es una confirmación de esto y de sus talentos como ‘autor’; su capacidad de mantenerse incambiable a pesar de todo.

No tiene que hacerlo, pero aparentemente lo desea y, antes que nada, su “Alicia” es una nueva expresión de un universo co-existente que persiste entre todos sus films. Este universo también es coherente, porque visualmente tiene un estado de ánimo especial, reconocible, siempre acompañado deliciosamente por la música original de Danny Elfman. Ver a Alicia abrir esa pequeña puerta y entrar al país maravilloso no es muy diferente al sueño recurrente de Ichabod Crane en “Sleepy Hollow”, o de la llegada de Edward Bloom a Spectre en “Big Fish” (aquí mi crítica), si vamos al caso.

¿Qué más puedo contarles de una historia que todos conocemos? ¿Qué más puedo sugerir que ir y ver por ustedes mismos lo que Tim Burton ha hecho con ella visualmente? Siendo el cine un arte visual y Burton un maestro visual, el resultado es, y esto debería ser un pensamiento unánime, un deslumbrante set tras otro, con una particular elección de luz y color que debe ser emparentada con los personajes que habitan cada uno. La más interesante de estas elecciones podría ser el mundo normal en el que vive Alicia; un Londres aburrido, organizado, aristocrático y coreografiado que Burton filma con ironía, transformándolo ocasionalmente en algo más vertiginoso con los pensamientos de la imaginación de Alicia (la imaginación es la clave de cualquier película de Tim Burton).

Si no conocen a los personajes, ninguna crítica debería decir nada de ellos para que la película se vuelva un poco más impredecible y sorpresiva. Es claramente una historia que la guionista Linda Woolverton (que escribió “El Rey León”-lo amaremos por sobre todas las cosas-, entre otras producciones de Disney) pensó una sola vez y escribió sin esperar muchos cambios, y probablemente Chirs Lebenzon trató al proceso de edición de la misma manera.

La historia y su desarrollo, obvio y rudimentario (tosco), no agrega nada nuevo a la mesa. Pero la película nos recuerda que la co-existencia de todo un universo entre todos los films de Burton no es únicamente visual; este universo también existe temáticamente. Quizá el director nunca fue capaz de sostener una historia completa –no lo logra aquí- y quizá ahora (le decía a Grillo) me doy cuenta de la razón por la que amo tanto “Big Fish” es porque, como dije en mi crítica, es una “colección de hermosas escenas que no dejan de sorprendernos”; por lo tanto tantas pequeñas historias que no tienen que ser explicadas y resueltas por completo, tienen más peso que la historia de un hombre y su hijo que es toda la película; lo que, de paso, es el punto de la película: “El hombre se convierte en sus historias”.

Pero ese hombre, Edward Bloom, era uno de los ‘extraños’ de Burton, nostálgico e imaginativo (una vez más, la clave de cualquier película del director), volviendo constantemente sobre su infancia, donde sueños y asuntos sin resolver siempre estaban a la espera del mencionado Ichabod Crane, y de un Edward que quería tener manos de verdad, y de un Willy Wonka que quería que su padre estuviera orgulloso de él. En esta línea (y probablemente hay cosas que me faltan y que vendrán pronto o revisando los films del director), está perfectamente claro que el Sombrerero Loco (el personaje más desarrollado en esta película; siempre habrá uno por encima del resto) ha perdido su cabeza y está buscando siempre un sentido de ‘como quieran llamarle’ en su vida; pueden verlo en sus ojos locos. Con o sin Alicia. Antes y después de ella.

Y alguna gente todavía se pregunta por qué Johnny Depp es el protagonista absoluto del film.

---7/10

Nota especial: El retrato de Alicia que hace Mia Wasikowska, que nunca será reconocido, es una de las mejores actuaciones que verán jamás en este género. La idea de una niña que quiere soñar pero sabe que debería ser imposible durante una etapa particular de la vida; un constante descreimiento por todo lo que ve que puede percibirse en su mirada y molesto tono de voz; una niña que se está convirtiendo en mujer pero sabe que su padre la malcrió demasiado y será difícil cambiar y aceptar/abrazar la madurez. Una chica sin confianza propia, aún cuando tiene todas las respuestas.

Tuesday 16 March 2010

Juego de los Tops!

Interesante propuesta que me llega del blog de Mariano Masci, para pensar algunas de esas cosas en las que no pensamos todos los días. Hay 3 reglas:

1) Decir quien los ha nominado a este juego (HECHO, gracias Mariano)
2) Rellenar los huecos a continuación con la película que más te guste de cada género
3) Nominar al número de personas que quieras, o cuyos gustos más te interese, para que hagan lo mismo en sus blogs

2) Va con los títulos en el idioma original

Mejor Película de Todos los Tiempos: The Usual Suspects, pero ya lo sabían

Mejor Película de Acción: Cualquiera de Tarantino, pensándolo bien
Mejor Película de Aventuras: Into the wild es la mejor aventura que se me ocurre ahora
Mejor Película Bélica: Inglourious Basterds
Mejor Película Biográfica: Walk the Line me vuela la cabeza


Mejor Película Cómica: Liar, Liar
Mejor Película de Ciencia Ficción: No creo haberla visto aún
Mejor Película Deportiva: Angels, una de béisbol, me emocionaba mucho cuando era más chico
Mejor Película Dramática: The Shawshank Redemption
Mejor Película de Gangsters: Goodfellas
Mejor Película Histórica: Casablanca, si se me permite, pues la vi hace poco y nos habla de la historia del cine. De más está decir que el cine, más allá de la Historia, siempre está contando historias.


Mejor Película Independiente: Opening Night
Mejor Película de Juicios: Liar Liar
Mejor Película Musical: Moulin Rouge!
Mejor Película Basada en un Comic o Novela Gráfica: Batman: El Caballero de la Noche/Sin City
Mejor Película basada en Obra de Teatro: The Shape of Things


Mejor Película Romántica: The Notebook, de acá a la China
Mejor Película de Terror: The Ring es la última peli que logró darme verdadero miedo, aunque podría agregar Joshua
Mejor Película Thriller: The truth about Charlie, porque me encanta y para llevarle la contra a los que mencionen la peli que le dio un Oscar a su director
Mejor Película Cine Negro: Casablanca tiene un héroe bastante noir, vale? Y toda Sin City tiene una onda medio noir también
Mejor Película Western: No creo haberla visto aún
Mejor Película Animada: El camino hacia El Dorado todavía me hace soñar, pero después de ver cosas como Chihiro o Mononoke ya no sé.. Igual, el mandamiento dice "amarás El Rey León por sobre todas las cosas". En computadora? Ratatouille


3) Si tienen ganas, los invito a hacerlo

-Alejandro y JB (Soy la puerta)
-Pablo Martinez
-Alan (Humor Por Horas)
-Vargtimen
-Neri Yahir Martínez

Saludos Sospechosos!

PD: Nos tomamos un día y el jueves Alicia!

Sunday 14 March 2010

Rareza de la semana

Volvemos con una de mis secciones más queridas en las que intento, básicamente, de despertar atención sobre algunos títulos que giran por allí y que por ahí no se tienen tan en cuenta, o no generan interés. Lo que sucede es que son de interés todos y algunos tienen mucho para ofrecer, como esta hermosa película que critico y les recomiendo hoy. La semana que viene viajamos al país de las maravillas!

La crítica de “Diggers”, a continuación.

“Diggers”

Se siente. Pocas veces este es el tipo de declaración principal y/o de apertura que podemos hacer de una película. En el caso de “Diggers”, de Katherine Dieckmann, todos y todo es tan transparente, tan vigorosamente vivo y con tanto dolor al mismo tiempo que no podemos evitar sentirlo. El film comienza con una muerte y un funeral...sí, lo sé, típico, y duele aún más decir que ocurre en la muy pequeña Long Island. Sin embargo, ninguna de los dos arquetipos son lo que esperaríamos.

Hunt (Paul Rudd), un excavador de almejas, está yendo río adentro para hacer las paces con su padre (también un excavador de almejas; un “digger”), que arrancó más temprano que él y está esperándolo. Pasa por lo de su hermana Gina (Maura Tierney) para buscar el café que le gusta a su papá: “Negro, tres de azúcar”, un lindo detalle familiar. Cuando Hunt se acerca al bote de su padre, el viejo se ha caído en el agua. Su corazón se paró. El funeral que sigue no es el evento en sí, sino cómo los amigos de Hunt (todos “diggers”) llegan allí para que podamos conocerlos: Cons (Josh Hamilton), un drogadicto que siempre está quejándose de un mundo que admira; Jack (Ron Eldard), un mujeriego al que aparentemente no le importa nada; y Lozo (Ken Marino), su mujer Julie (la hermosa Sarah Paulson) y sus hijos, una ‘familia cinematográfica’ para el recuerdo.

Hay un momento precioso, el mejor momento del film, que está –no por casualidad- en el póster. Hunt, Jack y Conso están fumando afuera de la funeraria en un plano perfectamente compuesto, y algunos segundos después Lozo sale por la puerta y se une para formar una bella imagen que admiramos al sonido de una gaita. Es música de funeral, pero el funeral ya terminó. Esta gente tiene asuntos con los que lidiar: la vida, el trabajo, la amenaza de una gran compañía, la ilusión constante de algo mejor que no traicione sus ideales. Excavadores de almejas tradicionales como ellos nunca se venderían a una compañía grande.

Entre lo que esconden y lo que saben (sobre sus vidas y sobre la vida en general), entre lo que les gusta y lo que no (historias de amor, viejas y nuevas), entre lo que deberían y lo que no deberían hacer, o lo que deben hacer porque no hay otra alternativa; en una fina línea entre las promesas que la gente se hace a sí misma y las cosas con las que se terminan conformando, pasea este relato de almas estancadas. Ken Marino escribió un guión brillante, dañado, que hace muchas preguntas y hace que el espectador haga algunas más. Una desarrollada pieza de personaje que concluye en un clímax que podría ser demasiado grande para un lugar pequeño, pero nada lo hace menos conmovedor.

Una vez que conocemos a los personajes, no podemos dejarlos atrás. Se siente: la necesidad de una respuesta (como por qué nos herimos tanto), la solución de un misterio (en otro precioso momento, Hunt para su bote en lo de Zoey, una mujer que ha estado mirando por semanas... “¿qué estás haciendo? Rompiste nuestro coqueteo silencioso”, le dice ella; y ese es un momento de definición de personaje en una actuación perfecta de Lauren Ambrose), esa alegría en medio del dolor.

Algo nos dice el hecho de que Hunt saque buenas fotografías, como amateur; o que Gina descubra que quiere vivir de nuevo; que Lozo ame a su mujer por sobre todo; que Cons esté constantemente tratando de buscar un significado; que para Jack realmente signifique algo el amor. Las interpretaciones son espléndidas, todas, especialmente Rudd en un papel que no acostumbra a regalarnos y que prueba que puede hacer cualquier cosa y hacerlo bien. Marino (que escribió el guión y su personaje, por lo que entiende suficiente del sentimiento y la idea de 1976 como para crear un padre de familia comprensivo que podemos amar y odiar) lo sigue de cerca. Los papeles y las actuaciones de Paulson y Tierney son otra prueba más de dos talentos inmensos que no tenemos la posibilidad de ver muy seguido. Eldard y Hamilton: revelaciones sorprendentes.

Necesitamos más de estas historias, acerca de sentir. Porque Dickmann hizo un buen trabajo con “Diggers”, una película bien actuada, muy bien escrita y desarrollada en cada aspecto. Sin embargo, más que cualquier otra cosa, muy bien contada (narrada, le dicen en cine a veces). Sí, varias historias bien contadas que, en lo posible, se preocupen por los personajes y los entiendan, sin que se los de por sentado. Y, si no es mucho pedir, ningún final definitivo. Eso es lo que necesitamos.

---9/10

Thursday 11 March 2010

Post-Oscar (tarde pero seguro)

Me costó ponerme a escribir este post. Aunque no suelo poner la lista de ganadores de ningún tipo de premio (son cosas que se pueden encontrar en todos lados), sí estoy de acuerdo con un buen análisis de una ceremonia al estilo Xavier Vidal; pero él y tantos otros bloggeros lo hacen tan bien que se me van las ganas. Lo cierto es que fue una gala austera (muy austera), bastante discreta y con pocos lujos a primera vista. Momentos graciosos a cargo de dos presentadores agradables y un Ben Stiller encendido; un montaje de films de terror regular; una linda coreografía de las partituras originales nominadas y un número de apertura con clase, pero nada deslumbrante.

Y luego nada hasta que, como dijo Diego Lerer, ganó Campanella, y explotó todo.

Aquí la crítica de “El secreto de sus ojos”, cuando la puse en este blog. La película representó a nuestro país en estos últimos Oscars y ganó. Es una gran alegría (Mariano, te vuelvo a pedir prestada la foto).


Aquí la otra cara de la moneda; la tristeza que podría venir con la felicidad de esta victoria. Un discurso que le robé al Bigote y estuve comentando mucho estos días.

Aquí las críticas de otras películas que tuvieron que ver con los Oscars y que criticamos aquí estos últimos años...vuelvo prontito con una Rareza de la semana, después de enterarme que mucha gente estuvo viendo “Once” estos días, y que mi crítica sirvió de algo alguna vez. Sí, una crítica en la que nadie comentó, pero así es la vida: hay films que HAY que ver.

"Atonement"



"Juno"



"Little miss sunshine"



"Sideways"













"El curioso caso de Benjamin Button"



"Slumdog Millionaire"

Saturday 6 March 2010

Especial Oscar: “Up in the air” y “Un hombre serio”

Las junté en principio porque son de las pocas películas nominadas que pude ver, y en segundo lugar porque realmente creo que merecen estar donde están; son dos films que son más de lo que aparentan, films con guiones de hierro y actuaciones memorables, films que sus directores controlan por completo, más que nada porque son directores consagrados (los Coen ya no me acuerdo cuando se consagraron, pero Jason Reitman se acaba de consagrar con “Up in the air”; nadie lo puede poner en duda). Espero que disfruten la gala esta y podamos llevarnos algunas sorpresas. Sin más preámbulos, las críticas de “Amor sin escalas” (horrible traducción aquí) y “Un hombre serio”. Porque aquí seguimos sin arriesgarnos con las predicciones (más aún cuando no vimos mucho), sino que simplemente tratamos de hacer crítica.

Amor sin escalas

¿Qué queremos? A veces nuestra vida no alcanza para responder esa preguntan. Vivimos el día a día y no tenemos tiempo. A Ryan Bingham la misma persona le pregunta dos veces en “Up in the air”: “Qué querés?”. No puede dar una respuesta. Viaja por el mundo despidiendo gente para vivir y no tiene problemas para dormir; oímos su voz en off diciendo que el aire es su casa, los aeropuertos un recordatorio de que todo está bien; escuchamos sus conferencias que tienen todo que ver con dejar cualquier tipo de equipaje (literal y metafórico) atrás –en el camino- y aún así es incapaz de decidir qué es lo que quiere. Vive con una filosofía. Y parece que es algo que eligió y defiende, podemos intuir en conversaciones con las dos mujeres que irrumpen en medio de su sistemática y cómoda vida. Bueno, no todo lo que elegimos es necesariamente lo que queremos.

Ryan Bingham está interpretado por George Clooney como la clase de hombre con el que no nos gustaría meternos. No es lo más apropiado para su línea de trabajo, pero Clooney tiene esa habilidad de hacernos creer que es el mejor en lo que hace y eso es lo que pensamos de Bingham: imparable, perfecto, hombre de corazón frío con una sonrisa encantadora...y con clase también (estamos hablando de George Clooney). Hizo casi lo mismo en “Michael Clayton” (aquí mi crítica), pero sin la sonrisa. De hecho, Bingham es tan confiado que se enamora y está seguro de que todo saldrá bien.

Creo que “Up in the air” es una muy buena película porque el director Jason Reitman se asegura de que nunca nos vayamos de ese lugar. Presenta un personaje y le proporciona un ‘turning point’ (ver aquí detalles de la definición) que cualquier película de Hollywood terminaría de modo feliz –de hecho, su propia “Juno” (aquí mi crítica) hacía justamente eso- y decide poner todo en espera. Cada vez que Bingham está en la tierra, ya sea para una boda familiar o una reunión laboral, podemos presentir que el aire lo está llamando. Es algo que la película nos hace sentir con elementos: una música melancólica plagada de guitarras acústicas, algunas miradas de Bingham, algunas sonrisas que no parecen estar del todo bien. El truco es que esto no tiene que ser algo triste. Simplemente es lo que es.

Escuchamos el ruido de maletas cerrándose, tarjetas magnéticas haciendo ‘beep’, teléfonos celulares sonando. Así es como es en el aire. Una mujer, Kate (Vera Farmiga), llega y suena como la compañera perfecta para esa vida segura, suspendida. Parece compartir la filosofía de Ryan. Luego otra mujer, Natalie (Anna Kendrick), más joven, impulsiva y con ganas de aprender, suena a psicología barata –tiene una maestría en psicología- y promueve, con y sin intención (porque es joven e impulsiva) una versión de una vida “real”; la vida de las parejas casadas con hijos; la vida que parece planeada; la vida a la que Mark Loring le tenía tanto miedo y la vida para la que más de un personaje de este film no se siente preparado...aún así, la vida que atesoran cada hombre y mujer que Ryan despide.

La contradicción es obvia, y es el ‘turning point’ de Ryan. Pero los personajes en los films de Reitman nunca son obvios. Son inteligentes, peculiares, a veces gente extraña capaz de resolver contradicciones. El guión del director y Sheldon Turner, basado en una novela de Walter Kim, es intuitivo y poderosamente dramático sin ningún tipo de melodrama. Los empleados que son despedidos sufren y hablan la verdad, escuchamos cada una de sus palabras y sentimos empatía.

Pero sentimos empatía por Ryan también, porque lo podemos ver preguntándose, meditando. Las conversaciones que comparte con Karen por un lado, las discusiones (la mayoría) que tiene con Natalie por el otro, y una particular charla de a tres sobre la vida y el amor, son los momentos en los que la película necesita nuestra mayor atención. Los momentos sin música, los momentos en los que Ryan casi no dice nada que no pertenezca a su filosofía, pero al mismo tiempo los momentos en los que piensa o, al menos, se queda con algo para pensar. Lo podemos ver en sus ojos, aunque la convicción de las actuaciones de Kendrick y Farmiga ayudan a generar este efecto (actuaciones que, entre otras cosas, confirman que Allison Janney, J.K. Simmons, Jason Bateman y Jennifer Garner deberían haber tenido más chances en la temporada de premios con “Juno”).

Necesita Ryan una segunda oportunidad? ¿Se la merece? Por supuesto que “Up in the air” ofrece más preguntas que respuestas, y no creo que la travesía de su personaje principal tenga nada que ver con la redención. Con riesgo de analizar algo que quizá ni siquiera esté sugerido por la película, creo que la travesía de Ryan Bingham termina una vez que descubra qué es lo que quiere. Hay un par de escenas que muestran personas verdaderamente encantadas y alegres al pensar en las cosas que quieren. Una incluye al perfecto J.K. Simmons; la otra un mapa del mundo con muchas fotografías. Yo siempre he creído que el mundo sería distinto si todos hicieran lo que quieren porque siempre he sabido que no es lo que sucede la mayor parte del tiempo. No sé si sería un mundo mejor, pero distinto...distinto está bueno.

Un hombre serio

El cine de los Coen es como hipnótico. Creo que por esta razón se han ganado una reputación de genios, locos. Siempre están dispuestos a dar una vuelta de tuerca más, a desafiar un poco al espectador entregando una historia que desde su planteamiento formal siempre es austera, sencilla, pero que en el fondo esconde algo; y ese algo hipnotiza. Ya me había pasado con “Sin lugar para los débiles” (un film del que todavía no pude escribir), en medida similar con otro relato actual pero más hilarante, “El gran Lebowski” (tampoco pude escribir) y más tarde con algo situado en el pasado, la peculiar “Barton Fink”.

Sí, están en lo correcto. Tampoco escribí acerca de “Barton Fink”, pero creo que su protagonista con lentes y algunos rulos, situado en un ambiente particular y en una época determinada es lo más similar a “Un hombre serio”, la última pieza producida, escrita y dirigida por los hermanitos. Les cuento que Barton Fink (un excelente John Turturro) estaba hipnotizado, al llegar a un rarísimo hotel en Hollywood. Cuando digo hipnotizado, me refiero a que estaba en una especie de trance, en el que no entendía nada pero tenía muy claro que algo tenía que hacer, si bien esto era algo que no sabía bien cómo hacerlo o si realmente lo quería hacer para empezar.

A Larry Gopnik (un excelente Michael Stuhlbarg) le sucede algo similar. Se va a hacer un chequeo médico y luego de que descubre que está bien, va a dar clase y se encuentra en su oficina con un alumno coreano que quiere sobornarlo para que lo haga aprobar un examen. Pero la idea del soborno la descubre tarde. Momentos luego, su amigo Sy Ableman lo llama para hablar con él, pero la conversación se corta y Larry llega a casa para enterarse que su mujer quiere divorciarse...y que se va a casar con Sy Ableman! Claro que Larry no está en Hollywood ni son los años 40; son los 60 y está inmerso en una comunidad judía en Minnesota. Sin embargo, su trance se activa cuando le ocurren todas estas cosas (sumadas a otras que ni mencioné) y él está completamente seguro de que ‘no ha hecho nada’.

Bueno, en realidad, sí ha hecho algo. Ha tratado de ser un buen hombre (lo que en la comunidad se conoce como un ‘hombre serio’), o al menos está tratando de serlo, pero esta serie de eventos irremediablemente lo correrá de su camino. No hay absurdo aquí, no hay delirio al estilo de “El gran Lebowski”. Mi idea en este momento es que queremos atribuir estas características al cine de los Coen porque puede resultarnos más fácil, pero lo cierto es que “Un hombre serio” es una película oscura; seria como su título. También lo era “Barton Fink”, aunque ambos films tengan una pizca de humor –negro, hay que aclarar- y tengan momentos que rompan la paz/trance del relato.

Hablamos de películas en las que todo está a punto de explotar, pero no al estilo de las frustraciones de la clase media de Allan Ball y su “Belleza Americana” derivado en “Six Feet Under”, sino a un nivel más humano, casi existencial. No es casualidad que se escuchen ruidos similares a un bombardeo a lo largo de “Un hombre serio” ni es casualidad el final del film; ni que Ed Tom Bell (un excelente Tommy Lee Jones) medite con su voz en off acerca de la relación del hombre y el mundo que lo rodea en “Sin lugar para los débiles” ni el final del film; mucho menos el hecho de que Barton Fink no acepte un mundo que no sea liderado por la clase trabajadora a la que defiende y sobre la cual escribe. No es casualidad el final desolador de “Barton Fink”.

Hay gente mala en el mundo, aún en el universo de los Coen, bastante asociado con la comedia. Nos confundimos y nos olvidamos de que en “Barton Fink” tenemos que sospechar de la jovialidad Charlie Medows (un excelente John Goodman) y de que aquí tenemos que dudar de la amabilidad y tranquilidad de Sy Ableman. Nadie está libre de pecado, ya verán, mucho menos Larry y su familia, en este film tan anclado en la religión.

Está entre los logros de la película el situar el contexto en una época en la que la religión judía se veía más generalmente de manera ortodoxa. En este contexto es válido todo lo que ocurre, desde los sueños delirantes hasta las apariciones de los muertos, y especialmente la búsqueda de Larry de alguna respuesta ante los rabinos de la comunidad. Creo además que está claro que el film está pensado para todos los gustos y religiones, aunque algo parece mostrar que la persona de religión judía, de algún modo, se identificará más con los personajes. Más allá de todo el trasfondo judío, hay otras cosas que son marca personal de los Coen, entre ellas los sueños y las apariciones mencionados, todo parte de un guión increíblemente original y de múltiples líneas argumentales (muchas de las cuales no encuentran conclusión) que incluye un destacado relato de un dentista y su paciente que un rabino le cuenta a Larry.

Son estas cosas graciosas? Sí. Yo dije que “Un hombre serio” tenía su cuota de comedia, aunque la mayoría venga de reírse de los personajes. Pero me resulta un ejercicio interesante pensar qué hay detrás de estos sellos cómicos. La puesta en escena del film es, al igual que en “Sin lugar para los débiles”, tranquilizadoramente perturbadora; y el sonido de ambiente de Carter Burwell de aquella película ha sido reemplazado por una muy buena música que acompaña el estado de ánimo buscado. Si no nos sintiéramos perturbados (iba a decir hipnotizados, pero los Coen hipnotizan siempre), no pensaríamos en que algo más triste se esconde detrás del principio de incertidumbre que tan bien explica el profesor Larry Gopnik.

Claro que la magia de la película está en saber que las respuestas definitivamente no las tiene el profesor, ni los rabinos, ni nosotros, ni los hermanos que la hicieron. Es como lo que le dice un personaje a Larry en algún momento del film, que tiene que ver con algo que los Coen quieren incrustarnos en la cabeza hace tiempo: “Acepta el misterio”. Si no se conforman, a la salida del cine nadie les quita el derecho a seguir preguntando.

---Un 8 a las dos pelis??

Saludos Sospechosos!

Tuesday 2 March 2010

Me decepcionaste!

Ahora que Alejo comentó en el post anterior (gracias, por cierto), y que estoy seguro de que tuvo la oportunidad de leerlo, podemos continuar. No quiero hacerme esperar mucho ahora que todos mis artículos son publicados en Paperblog (gracias Natalia!). Entonces: nuevo mes, nueva sección. La idea de esta sección no es más que lo que su título denota.

Hoy estuve hablando con Gianluca (no dejen de leer su blog, yo alguno de estos días haré un especial que le debo sobre Damien Rice) y me comentaba que había visto “Petróleo Sangriento” y que no le había gustado mucho. Lo primero que yo le dije fue que era imposible separar esa película de toda la obra de su director. Hay directores que calan hondo, no necesariamente en el mundo del cine, sino en uno como espectador (aunque creo que el caso de Anderson es un particular ejemplo de una ‘calada’ que se da en ambos espacios); por lo tanto, uno espera mucho de ellos. Generalmente, estos directores pueden pensarse como “autores” desde una perspectiva personal. Yo le contaba hoy a Gian que los rasgos del cine de Paul Thomas Anderson eran reconocibles: películas de un grado de “nomeimportanada” altísimo; personajes detallados en ambientes peculiares, un paso del tiempo que nunca está totalmente registrado ni es percibido y demás. Seguramente si hoy en día Anderson hiciera un film que no cumpliera con esa u otras características, un film que no se sintiera suyo, me decepcionaría.

Me pasó con Judd Apatow, un “autor” –si se quiere- dentro de la Nueva Comedia Americana. Pero está todo acá abajo. Eso sí: queda claro que los actores no entran en esta sección...al menos no por ahora. ¿Quién sabe?

La crítica de “Funny People” (que aquí se estrenó en DVD como “Hazme Reír”), a continuación.

“Funny People”

Primero lo primero: “Funny People” es graciosa. Es graciosa porque te hace reír mucho (y eso es algo que siempre estamos esperando de Apatow), es graciosa porque verdaderamente trata de gente que es graciosa, y abraza esa cualidad. Tomando a sus tres protagonistas, el resultado es alguien que es gracioso porque ha hecho cosas a través de los años que generan ese efecto en la audiencia que lo ve como alguien hilarante (George Simmons, interpretado por Adam Sandler); alguien que es gracioso porque la primera impresión que da no es para nada graciosa y por lo tanto nos hace reír, pero por otro lado puede realmente hacerte reír porque escribe buenos chistes (Ira Wright, interpretado por Seth Rogen); y alguien que es gracioso porque en su actitud generalmente conflictiva y sus cambios de humor constantes, aparece como alguien gracioso, pero más extraño y/o raro que gracioso en sí (Laura, interpretada por Leslie Mann).

El problema que tengo cuando una película realizada por Apatow es meramente graciosa, como lo es esta, es que en este punto de la carrera del escritor/director (al menos en esta faceta, no tenemos que incluir todo lo que ha hecho y está haciendo en este argumento), estoy esperando más que “simplemente gracioso”. Tengo derecho a esperar eso por dos razones: 1)Lo he visto funcionar y lo he apreciado en sus films previos como escritor/director, “Virgen a los 40” (aquí mi crítica) y “Ligeramente embarazada” (aquí mi crítica), y 2)Ha dejado más que claro que quiere que su público reciba un poquito más que un par de risas.

Ese tantito más ha tomado la forma de cosas como, el “Síndrome Apatow”, que es una manera particular de retratar a los hombres en las películas y, particularmente, las relaciones de los hombres con otros hombres. El lazo que el capo-cómico George Simmons desarrolla con Ira Wright una vez que descubre que está muriendo, primero teniéndolo como asistente en la escritura de chistes que progresivamente se transforma en amigo, es la muestra más compleja del síndrome hasta el momento. Es una idea que vale la pena explorar, en forma, tiempo y espacio. Otro elemento de marca Apatow es el rol de las mujeres, transformando completamente a los hombres y casi abriéndoles los ojos a un nuevo mundo que puede no ser mejor que aquel en el que están estancados pero que vale la pena conocer. Piensen en el trabajo anterior de Apatow, y en lo que Alison y Trish hacen con las vidas de Ben y Andy, respectivamente. Luego nuevamente, el rol que Laura ha jugado (hay una presencia importante del pasado en esta película) y/o juega en la vida de George Simmons es menos claro. Es otra idea que merece ser explorada, en forma, espacio y especialmente en tiempo.

Verán, los personajes principales de Judd Apatow evolucionan película tras película. No quiero decir que se hacen mejores hombres, sino que se paran en lugares de mayor experiencia en el propio tiempo de sus películas, que para nosotros los espectadores es un tiempo que establece distancia entre las películas. George Simmons, protagonista de “Funny People”, en esta cronología, es el espécimen más evolucionado. Andy era un virgen, falto de experiencia romántica y hasta de amistad; Ben estaba un poco mejor en el departamento de los amigos, y aunque no un ganador en el lado romántico (los personajes de Apatow nunca lo serán por completo), capaz de pasar una noche con una hermosa mujer, embarazarla y asumir la responsabilidad. George Simmons está más allá de todo eso: ha tenido amor y lo ha perdido, ha experimentado lo mismo con amigos, y quizá ni siquiera sirva para una comparación porque es una superestrella. Andy y Ben eran trabajadores comunes y corrientes. Se necesita un director inteligente para darle el papel de George Simmons a Adam Sandler. No es una mala actuación de Sandler, principalmente porque su personaje podría ser él mismo y porque además termina siendo un balance entre el griterío de “Punch-Drunk Love” (aquí una crítica de Alejo) y la voz suave de “Spanglish” (aquí mi crítica), sus interpretaciones dramáticas recientes en films también hechos por directores inteligentes.

Lo primero que podríamos pensar es que ha habido una reacomodación y el ‘Síndrome Apatow” está ahora localizado en Ira Wright, cuyos mejores amigos están interpretados por Jonah Hill (genio puro) y Jason Schwartzman, y que más Apatow que eso no se puede poner. Pero estamos equivocados, porque Ira y estos tipos son más que trabajadores. Tienen aspiraciones, quieren ser estrellas, quieren ser comediantes y viven con eso todos los días. También requiere de un director inteligente el tomar a un actor en el que confía y cambiarlo por completo de un film a otro. El Ira Wright de Seth Rogen no sólo pierde el peso y la estupidez de Ben Stone, lo que también desaparece es la falta de ambición. Ira quiere triunfar, y aún cuando sabe que no es el mejor, pelea por ello, aunque tenga que traicionar a sus amigos.

Y es por eso que no hay reacomodación. El ambiente ha cambiado. En Hollywood, George Simmons se cruza a Ray Romano, Eminen, Norm McDonald, Sarah Silverman y James Taylor entre otros, pero sigue siendo el ser más evolucionado de Apatow. Completamente solo en una gran mansión, apunto de morir, tiene que re-conectarse, en todo el sentido que le quieran agregar a la palabra. Esta re-conexión es, en “Funny People”, la cosa ‘extra’ de una película de Apatow: un cuidado desarrollo dramático que debe complementar a la comedia, a veces superándola porque es excesivo pero nunca está fuera de lugar, porque tiene que ver con los personajes.

Bien. Este ‘extra’ no funciona aquí. El drama, al igual que la comedia, está basado en ideas. La re-conexión de George con el mundo debería ser una conexión, para que nosotros conectemos con él. Esto nunca ocurre, porque las ideas que forman el contenido dramático del film –la relación de Geroge con Ira y su inconclusa historia con Laura- no son exploradas por completo. Quizá esto era demasiado personal para Apatow: podemos ver que el ambiente es el que habitó y no es un detalle menor que esta sea su pieza más larga hasta la fecha. Tal vez tenía más para decir y trató de aclararlo en menos tiempo; o tal vez su combinación de elemento no fue planeada correctamente esta vuelta. De hecho, las cosas que siempre he encontrado inspiradoras y mencioné como distintivas (como las referencias a películas o los pósters colgando en la pared) son usadas en exceso aquí: en cada escena hay un comentario de alguna escena o de un título. Entiendo que es Hollywood, pero en mi opinión esa característica particular pierde su encanto.

Lo mismo va para los personajes en general. La aparición de Eric Bana es graciosa (sí, dije que la película lo era), pero se mete con el orden natural de los personajes; de los personajes de Apatow en general y de los personajes de esta película, precisamente porque no es natural y no se siente correcto. Y sí, por supuesto que es lindo ver a la mujer de Apatow (la hermosa Leslie Mann) haciendo un personaje importante nuevamente. Él saca lo mejor de ella y de sus hijitas. Lo que no es lindo es no identificarse con su ternura, no sentir su felicidad y su dolor...o el de George si vamos al caso, o el de Ira. No puedo pretender que hubo algo donde no pasó nada.

---6/10