Monday 26 May 2014

Cobertura BAFICI 2014 - Críticas

"Tres D", de Rosendo Ruiz

Se trata de una película en la que los vencedores son los actores, pero no por ellos mismos sino por la convicción del proyecto a nivel general. Cruce entre documental y ficción que se instala en el festival de cine de Cosquín como marco, “Tres D” propone un cine con juego, que se interesa genuinamente por todo lo que ve. En ese sentido, aunque se perciba la influencia de un guión sobrevolándolo todo (nada muy distinto a lo que plantea Gustavo Fontán en pantalla cuando lo entrevistan; si se presta atención, se puede ver cómo el film dialoga en acuerdo y de a ratos desacuerdo con todos sus testimonios), estamos ante una película que apuesta al descubrimiento en cada plano.

Ficción documental al fin, pero con los ojos bien abiertos en ambos registros. Es así que vemos escenas que parecen haberse alargado y momentos documentales que podrían haber quedado afuera pero entraron en el corte final. Estas son mis percepciones personales, pero no cabe duda que “Tres D” es siempre más una obra en proceso que algo acabado; y teniendo en cuenta esto, me animo a proponer dos ideas que no sé cuánto se posarán en las visiones de los críticos (porque sí, el film dialoga fluida y fuertemente con la crítica, como pocas veces se vio en el país. Es algo que al BAFICI le cae perfecto y hace que la obra cordobesa esté, en el festival, como en casa) o si congenian con Rosendo Ruiz. Más que ‘fresca’ u ‘original’ (adjetivos que seguramente se verán mucho al leer sobre “Tres D” –el primero lo usó el director del festival al presentar el estreno-) me resulta una película ‘querendona’, ‘afectiva’; que habla sobre la verdad y otros conceptos y aunque pierde algo de eso en su camino, lo hace a cambio de un profundo amor por su universo y criaturas que trasciende muchos reparos.

Quizá Ruiz sea consciente de esto. No sé si estará de acuerdo, sin embargo, con que su film no sea después de todo una historia de amor en el sentido en que aparenta serlo. Lo dice la sinopsis y lo dejan entrever algunos diálogos, pero no es central y no es, en ninguna forma en que pueda pensarse –incluso tomando en cuenta los géneros y sus códigos-, un romance. Y no porque sea uno atípico, sino porque no lo es, o a mí no se me hubiese ocurrido por lo que veo en pantalla. A lo sumo es la posibilidad de que entre dos amigos pase algo una vez. Las dos cosas no son lo mismo.

---7/10




"La hermandad de las lágrimas", de Jean Baptiste-Andrea

Me encontré con una película sumamente extraña. De título finalmente incomprensible, arma una historia sólida e intrigante que puede tener al espectador comiéndose las uñas. Una deuda saldada mágicamente; un trabajo en apariencia legal que comienza a dar señales de turbiedad. Claro, algo tan soñado nunca puede ser tan transparente. Está el protagonista solo, casi no habla y sin embargo nos transmite un sinfín de emociones. Nos quedamos con él porque Jeremie Renier -de look muy Gael García Bernal- sostiene una criatura con contradicciones pero de buen corazón. Los lazos afectivos son escasos: su hija, y algún otro pariente que el film nos presenta en su justa dosificación de información.

Hay otros detalles que no les quiero contar porque no puedo dejar de resaltar que durante su primera hora el film parece recordarnos la importancia del misterio, cruzada con la habilidad detectivesca de observación; casi como si fuese un homenaje a lo que suele llamarse McGuffin, o algo parecido. Es mucho tiempo de metraje y es lógico que pensemos que por ahí va la cosa.

Lo que arruina la película es que en cada oportunidad que tiene de acercarse a la verdad de la milanesa, al meollo del asunto, el director Baptiste-Andrea revela sus debilidades. Lo que hay es una falta de precisión y desarrollo sobre los núcleos del misterio; una información, un detrás de la cortina tan ridículo e inverosímil que le quita todo el vigor al film y la verdad a sus personajes, traicionando a la vez su seriedad. Si se tratara de una de aventuras o con un costado cómico, quizá estas resoluciones harían menos ruido, pero la puesta nunca se desvía de su tono dramático y nos encontramos con una vuelta de tuerca en los personajes, que dicen y hacen cosas que jamás creímos que saldrían de ellos. Todo sucede muy apresuradamente, pero no cuesta advertir la pereza e innecesaria obviedad de los sucesos en el último tramo.

No puedo decir más; ‘spoilear’ no está bien visto. Tampoco puedo negar que hay una hora de film que encantará a quienquiera que disfrute del thriller o de un policial con suspenso, pero mi impresión es que había otra película en el momento en que el director toma un rumbo que quizá él no percibió como perjudicial y que en mi opinión arruina su planteo y el interesante camino q venía cocinándose.

---5/10



"Night Moves", de Kelly Reichardt

Reichardt nos lleva a un universo arisco, de paso lento, silencios largos y miradas sospechosas. Se anima con un ‘film noir’ pero de tinte medioambiental. Poco se dice y mucho hay que descifrar, pero el centro del relato es un “trabajo”. No es un ‘último’ trabajo pero bien podría serlo y los protagonistas lo plantean como algo decisivo; un antes y un después. En este lugar, el de la inversión o reconfiguración de una estructura dramática reconocible, el trabajo de guión de la directora y su compañero Jonathan Raymond es refrescante. No es algo tan distinto a lo que hizo ella en su film anterior, sólo que allí había partido desde el western.

El film tiene la amable virtud de no abusar de los momentos esperados. Digamos que cada lugar de una historia así (un ‘film noir’ de corte ambientalista y, agreguemos, en tono menor depresivo) debería visitar se presenta en pantalla pero desarrollándose sin vueltas y con un regodeo formal distintivo. Siempre hay un plano, una idea visual que quiebra la norma. Creo que sobre el final las cosas se apresuran un poco, y no sé si la culpa es de la directora o de su actor principal y su –no sé cómo llamarlo- congoja. Porque si bien la película transita la zona de los dilemas morales, el protagonista que más debe transitarlo frente al espectador, es el que menos matices ofrece. No entendemos su estado, no sabemos lo que le pasa ni las razones de sus reacciones; y sus actos finales no sirven como justificación porque Jesse Eisenberg da una interpretación sin la mínina intención; sin variabilidad. Su trabajo no acompaña un lugar al que el film le da espacio y que el resto de los actores transitan con más aplomo. Dakota Fanning está –nunca mejor dicho- irreconocible. Arriesgada y al frente de la situación, se come la película. Peter Sarsgard está perfectamente elegido, como la pieza de cohesión de un trío que necesitaba de su relajo y sabiduría. Eso es todo amigos.

---6.5/10



"El futuro", de Luis López Carrasco

Está bueno que el espectador pueda leer la sinopsis de los films en los festivales. De algo se tiene que agarrar para elegir las películas que verá. A mí me gusta entrar lo más vació de información que se pueda al cine ya que creo que cualquier forma de expresión artística debe lograr condensar en su producto final todo aquello que quiere transmitir.

Lo bueno de “El futuro” es, si vamos a rescatarle algo, su claridad de expresión. Esto quiere decir que leyendo o no su sinopsis, es posible para cualquier espectador entender su tesis. Se trata de un planteo válido y está puesto en escena con las herramientas que su director consideró más idóneas para darle forma. Dicho esto, es necesario advertir que se trata de un film experimental en un amplio sentido. Un sistema de prueba y error, una repetición ‘loopeada’ de recursos que aunque justificada por lo que se quiere contar, es de un amateurismo casi alarmante y puede resultar una suerte de broma.


Cualquier espectador entrenado en cine independiente tolerará “El futuro” ya que su mayor problema no es su desmedida “experimentalidad”. En todo caso se trata –como decía Nicolás Prividera en “Tres D”, de paso dejamos todo en familia Baficera- de la relevancia o no de lo que el film trae a colación; y más puntualmente, de lo enriquecedor de su posterior discusión. Y en estos dos lugares “El futuro” muestra su innecesariedad. Además, ¿tan larga tenía que ser?

---6/10

"Aires de esperanza", "Noé", "Betibú"


"Aires de esperanza"



Nos encontramos ante el primer drama de Jason Reitman, y no es que el director no haya filmado temáticas serias, sino que siempre se tomó las cosas con soltura y el terreno de “Aires de esperanza” es pesado. Hay una mujer sola y deprimida (Kate Winslet) con su pequeño hijo (Gattlin Griffith) hasta que de pronto irrumpe en su vida un fugitivo de la cárcel (Josh Brolin). Una vez más, el trailer engaña. Esta no es sólo una historia de amor y aunque el final endulce un poco las cosas, Reitman logra no juzgar a ninguno de sus personajes. No nos obliga a ponerlos en tal o cual lugar y es el público el que dará su opinión en un film que transita un dilema moral. Lo que perjudica a la película es lo que debe entregar Reitman a cambio. La soltura le trajo al director la ausencia del subrayado; la facilidad para esquivar lo literal. Podríamos atribuir esta cualidad a los ingeniosos guiones de Diablo Cody (“Juno”, “Young Adult”) que tan bien supo filmar, pero “Aires de esperanza” no es la primer adaptación que Reitman hace de una novela. En “Up in the air” manejó un tono predominantemente ligero que emocionaba de a ratos. Bueno, es como si aquí se hubiese llevado a cabo la operación contraria pero olvidando el “de a ratos”. Se me hace que no hay descanso en la pantalla para el temor, la tristeza, la duda, el acecho. La cámara lenta y la música acompañan una puesta en escena que sin ser “12 años de esclavitud” –y por más que la cálida luz solar invada los planos- tiende al sufrimiento naturalmente. Siempre hay una mirada, un gesto que recuerda lo dificultoso de la situación. Y los diálogos lo cuentan todo, y aún así se pierde mucho tiempo reconstruyendo un núcleo de la trama que el espectador precisa conocer pero podría haberse dosificado de otra forma. El flashbacks y su uso no están aquí dentro de los aciertos. Sí vuelve a estarlo el reparto, una constante en Reitman que  está vez se concentra por completo en el contacto físico y visual. Saca lo mejor de la desesperación característica de Kate, le da a Brolin material para divertirse, el nene también está muy bien, y destaca la joven Brighid Fleming. Luego hay actores con participaciones breves, casi irrisorias, como el policía que interpreta James Van Der Beek. ¡Te queremos Dawson! 

---7/10


"Noé"

¿De cuántas formas puede llevarse a la pantalla un hecho bíblico? Solemos tomar las historias de la biblia como algo dado. Se han retomado tantas veces, simplificándose a su mínima expresión, y si no somos estudiosos de la cuestión tenemos en la cabeza trazos muy gruesos. Esto vale tanto para la vida de Jesús como en el caso de Noé y su arca. Y digo esto porque el último film de Darren Aronofsky tiene algo de la osadía que tuvo el acercamiento que Mel Gibson hizo con “La pasión”. No se trata de una puesta tan gráfica y literal; Aronofsky se ve más seducido por lo alegórico y onírico –lo que explica algunas de las libertades que se toma respecto del texto original- pero el relato está trabajado con suma seriedad. Cabría preguntarse si con demasiada. El elenco, soñado, tiene a Russell Crowe como Noé, una Jennifer Connelly que se luce mucho y aportes de lujo de Anthony Hopkins, Ray Winstone, Logan Lerman y Emma Watson. Los dos jóvenes actores -superestrellas para su corta edad- vienen de compartir cartel en “Las ventajas de ser invisible”, donde los papeles les calzaban perfecto. Personalmente, no los hubiese imaginado atacando tal grado de solemnidad a esta altura de su carrera, y aunque esperé descolocarme o tentarme, ambos son tan buenos que eso no sucedió. Lo concreto es lo siguiente: Aronofsky trae una “Noé” épica, sufrida, lenta y dramática hasta la médula que -una vez más- no es exactamente lo que vende su trailer, pero tiene como aliado al infalible 3D. El formato saca a relucir los paisajes y destaca el elemento onírico del film. Por otro lado, entre tanta solemnidad el director intenta mantener viva la noción de lo que sucede como si fuese un simple cuento. No se trata de quitarle a los diálogos profundidad y simbolismo -un camino evidentemente inquebrantable para la película- sino de reconocer que la síntesis y los esquemas son necesarios a la hora de explicar el mundo. Este Noé es un dedicado padre de familia (un cruce tribal entre cavernícola y chamán) que, por más conectado que esté con la tierra y el cielo y, aunque le haya tocado una misión importante, tiene que contarle a sus hijos el cuentito. Ellos tienen que entender en qué consiste salvar el mundo…y la Creación, y Adán y Eva, y la manzana. A eso iba al comienzo de la crítica: todos sabemos ‘de qué va’ la cuestión, pero muchas veces tenemos una idea general que olvida las particularidades. En esos detalles está la riqueza de estas vivencias y entiendo que, aún en medio de una superproducción, el director busca rescatar algo de ese espíritu (con licencias, ya se dijo también). Pero es todo muy denso, pesado, intenso, y por más que sea loable la intención, es imposible dejar de pensar que el camino pudo haber sido otro. Se estrenó en un feriado, pero si compite con una de terror y con “Betibú”, lo más lógico es que se posicione al tope de la taquilla. Aunque no sea realmente una buena película.

---6/10


"Betibú"

Primera cuestión a señalar: interesante decisión comercial estrenar una película nacional en la semana de comienzo del BAFICI. Veremos cómo le va a esto que a fin de cuentas es un vistazo. “Betibú” es un vistazo a un género que con liviandad de hace de las mejores herramientas para contar su historia: protagonistas y secundarios magnéticos y una intriga que se sostiene hasta el final aunque la recompensa no sea tan satisfactoria (quiero decir que, para ser ‘una de misterio’, deja mucho que desear; pesa mucho la necesidad de un final descollante y no se da de esa forma). La estrella es Mercedes Morán –siempre firme, ni un gesto de más- y su Nurit (Betibú es el apodo, con una explicación que se hace esperar y tampoco deslumbra) es el centro del relato, que la va de un asesinato y su resolución. No hay mucho más que eso, en otra muestra del síndrome ‘episódico’ que el año anterior trajo “Séptimo”. Aunque se hurgue en el pasado, la narración se siente efímera. “Tesis de un homicidio”, por traer un ejemplo, tenía una complejidad aparte y una profundidad en el trabajo de los personajes que sostenía la historia, sin que pareciese “otro caso más en el capítulo de hoy”. Miguel Cohan ya había transitado algunas de estas zonas en su ópera prima (“Sin Retorno”), pero más allá del planteo abierto en el final, se trató de una película demasiado correcta. De género, pero sin tanto riesgo. Esto sucede porque en Argentina el cine de género industrial está ganando espacio pero todavía se toca de costado. Así era “Sin retorno”, así fue Bielinksy y, aunque hay raras avis acertadísimas como “La corporación”, quizá esa sea la mejor manera. Porque otra vez vuelvo con esto: el tocar de costado permite trabajar el elemento local; tocar de lleno lo descuida, más si se trata de una coproducción (nota al respecto: hace menos ruido el acento de Ammann si se lo justifica como español que si se pretende que sea argentino). “Betibú” en este apartado es, dijimos, un vistazo al género policial. Sin embargo, el crimen como disparador inmediato, los escenarios (el detrás de escena del diario, la policía, el trasfondo de la corrupción y el poder) y la precisa música de Federico Jusid dan cuenta de un trabajo asentado en el género. Entonces, aunque pueda ser intencional, lo que nos queda es un mundo de fantasía: countries, sucuchos, chacras y escuelas desiertas, donde los rastros de Argentina aparecen en las expresiones de un arsenal de actores de primer nivel –todos con sus manías buenas y malas- y el saber que se está adaptando a la pantalla una novela de una escritora nacional. Pero estas son cosas extracinematográficas; aunque parezca, esta información no está EN la película. De hecho, “Betibú” es tan de género y tan industrial que es como Hollywood en Argentina; eso que pasa cuando se reúne a un elenco estelar y que aquí no se ve seguido como en este caso. Un desfile de nombres importantes que hacen lo que saben hacer y un director que, ante el presupuesto del film y las expectativas, se muestra medido, contenido. Como si fuese no una película DE Miguel Cohan sino más bien una DIRIGIDA POR él. Y eso es exactamente lo que reza el póster del film.

---6/10

"La corporación", "Her", "Need for Speed"


"La corporación" (Ecos de género)


“La corporación” se sabe y se asume de género, y de género clásico. Su encanto en principio está en no definir qué genero, sino más una atmósfera que envuelve a los géneros cinematográficos; un clima, una conciencia de los arquetipos que definen personajes y resoluciones. De hecho, son esos lugares los que sostienen el terreno de imprecisión en el que navega la película de Fabián Forte. ¿Qué tipo de empresa tiene Mentor? ¿Qué hacen los que trabajan allí? ¿Qué negocio están por concretar? ¿Y Luz? ¿Por qué hace eso de su vida? Podrá parecer que el film se encarga de atar algunos de estos cabos sueltos, pero es lo otro –los géneros- lo que se trabaja con dominio. Allí emerge el misterio que envuelve a la historia: una pequeña dosis de ciencia y un componente romántico particular. Incluso en ciertas escenas la película cobra aires de thriller. Hay referentes directos, sí. “The Game” (David Fincher), algo de Andrew Niccol. Eso es lo que se necesita para contar esta historia, para justificar sus ocurrencias más extremas y mantener el interés hasta el final. El comienzo es una secuencia de títulos tipo “Crímenes de Oxford” (Alex de la Iglesia). La película se pone en la atmósfera de género y allí se afianza. Forte tampoco precisa de la oscuridad o la noche para desarrollar el misterio; se agarra de su otra fuerza madre que son sus protagonistas de lujo: Moro Anghileri y Osmar Nuñez. Ellos imprimen el misterio a plena luz del día. Él, menos solemne que de costumbre y con una ambigüedad entre lo recto y lo tierno que es todo un logro. Ella, la dama que siempre fue –que es-, con la sonrisa perfecta que esconde un sufrimiento inalterable. Estos son los personajes de “La Corporación”: fuerzas que sacuden todo a su paso porque su mundo se tambalea. Ese es el clima de desesperación y la manera de interpretarlo. Hay que destacar que más allá de los referentes y del género que marca el camino –elementos que pueden hacer pensar en un producto desentendido de su origen nacional, como suele suceder con frecuencia-, Forte se planta a dirigir con un gen argentino que le sienta muy bien a la idiosincrasia de los personajes y al lugar que hace la historia para algo de humor.

---8/10


"Her" (o 'La película que todos queremos ver')

Las reflexiones de la mente humana giran en torno a miles de cosas, pero siempre hay un centro tremendamente emocional y complejo que es la fuerza inalterable de nuestra existencia. Cuando quisimos comparar al hombre con el animal, ganamos por razonamiento, por tener el habla. Así las cosas, nadie pondría en duda que los animales tienen sentimientos. Pero la tecnología, aquello que nos superó por completo y que puede estar en todas partes a la vez y resolver cualquier inquietud, no incluyó la capacidad de sentir. Un segundo: ¿es eso sentir? ¿Una capacidad? ¿Qué es lo mejor y lo peor para nuestro mundo y qué cosas no pueden faltar en cualquier escenario? “Ella” hace las preguntas que nos hacemos todos los días y ya en este primer aspecto se vuelve una película atractiva y estimulante. Se trata de un universo original, que sorprende a cada minuto con ocurrencias que, por más cómicas que sean, nunca parecen descabelladas o fuera de lugar. Spike Jonze sabe sostener los límites de la verosimilitud que presenta y en este caso nos trae una realidad dominada por la tecnología de las comunicaciones, desencadenando su lógico resultado: conexión cero. Si bien se percibe un reparo en el otro, las personas están en línea directa con los auriculares y el dispositivo que les sea más útil. Theodore (una composición exquisita, con múltiples matices, de Joaquin Phoenix) es nuestro guía en una travesía que no nos es ajena. ¿Cuan hondo puede calar el avance tecnológico al final del día? Planos cerrados -cambiantes pero cerrados- y una puesta en escena despojada nos muestran la vida de un hombre que se ha guardado entre cuatro paredes. Vamos descubriendo las heridas de su pasado y comprendemos que su presente se haya falto del único motor que verdaderamente pone en marcha las cosas: el amor. El mundo puede ser eso: podemos encerrarnos en futuro que sea el más increíble jamás pensado; pero si no nos topamos con ese otro que por un momento nos completa, nada tiene sentido. La película cubre todas las aristas con respecto a esto. No se trata aquí de que hay un ‘alma gemela’ esperándonos en un rincón. Ni siquiera es condición la relación de tipo sexual –el guión acerca algunas ideas en esta dirección-. Es sin embargo infaltable el amor romántico, ese que se define por una conexión especial que se da sólo entre dos seres y supone calor entre los cuerpos; cercanía. Todos están detrás de lo mismo, cada quien como puede. Lo vemos en el personaje de Amy (luminosa Amy Adams) y la mujer que interpreta Olivia Wilde. Desde este lugar, “Ella” aventura el posible retroceso de la tecnología. Por eso más arriba me preguntaba si el sentir es una capacidad que se le obvió a la tecnología. Ahora tengo la respuesta: sentir no es otra cosa que una necesidad; pasado, presente y futuro para cualquier ser humano. ¿Y para el resto de los seres? E.T buscaba amor, así que ahí vamos bien, pero… ¿Un sistema operativo tendría que adquirir algo que le es lógicamente, técnicamente inferior? ¿Una computadora debería desear algo que no tiene nada que ver con su diseño y programación? Y después que sea lo que sea, pero no confundamos la propuesta y el contenido de “Her” con la paparruchada. El último film de Spike Jonze tiene el desparpajo de lo banal, aunque se vista con seriedad y se instale en el futuro. El truco del director es claro, no hace mucho esfuerzo por esconderlo y no por eso debemos quitarle mérito. Lo de todos los días, lo más cotidiano y básico, es muchas veces lo más profundo.

---9/10


"Need For Speed"

La historia es floja, el nudo emocional es débil, los personajes son superficiales y no sólo porque disfrutan los autos y la velocidad; las escenas no permiten un desarrollo y un lucimiento mayor que el deben cumplir para la trama. Los famosos “personajes accesorio”, por ponerles un nombre: un héroe rebelde y con todas las de perder; un malo demasiado malo; los ‘sidekicks’ como comic relief, generando algunas –tibias- risas; y el interés romántico. Hay detalles de la trama que no cierran aunque el final se vea venir desde la primera escena. Si les cuento algo, les conté todo. Si ven el trailer, se encontrarán con una voz en off arbitraria que plantea cosas que en la película no aparecen de esa misma forma. Una operación extraña y descuidada de la producción del film. Así las cosas, “Need For Speed” llega bañada de una calidez irresistible. El brillo de sus protagonistas y el impacto visual del paisaje que recorren en su aventura vuelven irrechazable lo que se ha repetido hasta el hartazgo. Es un viaje que no nos hace saltar de la butaca pero tampoco nos desdibuja la sonrisa. Técnicamente, el planteo visual de las persecuciones y las carreras puede verse como una suerte de cruce entre la estilización y precisión de “Drive” (Nicolas Winding Refn) y la comprensible adrenalina de “Rápido y Furioso” (Justin Lin, en sus últimas entregas). Algunos movimientos se entienden más que otros pero hay una clara decisión de reducir el choque y los golpes, dejando de lado los estruendos fuertes para dar lugar a la contemplación de la velocidad. Acá no hay vuelta: el mejor auto es el más rápido y todo lo demás es adorno. Los diálogos tampoco se detienen mucho en información automovilística; es una pasión que está sobreentendida para los personajes y debería funcionar como contrato implícito con el espectador que, viendo el film, recibe lo que fue a buscar. Yo la vi doblada al español, pero a juzgar por sus gestos y expresividad, puedo asegurar que Aaron Paul –estrella absoluta- sale airoso de la operación pochoclera. Y más le vale, porque en este momento, post “Breaking Bad”, está en la cresta de la ola y no sería lindo caerse desde tan alto. ¿Da para secuela? Mi respuesta sería un no, pero yo no controlo la taquilla mundial. 

---6/10


"El misterio de la felicidad", "Lego", "Un cuento de invierno"


"El misterio de la felicidad"

Hay cosas importantes que se desprenden de ver “El misterio de la felicidad”, y lo digo para hacerle verdadera justicia a su realizador. Estaría bueno pensar que hablamos de un improvisado, de un director primerizo como tantos que de vez en cuando realizan su ópera prima con un elenco de lujo. Pero estamos ante un film de Daniel Burman, y algo previo hay aquí. Burman escribe y dirige, y con los años ha demostrado el justo conocimiento de cualquier rango etáreo. Esta vez se sitúa en personajes de cincuenta y pico, y aunque la película debería impactar más a quienes tienen esa edad, la resonancia es clara. Puede parecer una obra cómica, pero es agridulce, y lo bueno de un director que piensa sus películas es que esta ambigüedad no genera ruido. No sucede como con Marcos Carnevale, que en “Corazón de León” no se jugaba por ninguna de las dos aristas, y a veces le salía bien pero confundía al espectador.

Burman sabe que cada plano cuenta, hace las preguntas correctas (sin ofrecer todas las respuestas –siempre una virtud-, lo que le da más crédito al título del film) y si coproduce con Brasil no será en vano viajar a filmar a ese país. Esto último –lo de la (mala) inclusión de la coproducción en el guión- se podía percibir cuando León volaba en paracaídas por Rio de Janeiro, en la mencionada película de Carnevale. Los ralentis son en este aspecto una clave de doble lectura: la primera vez que los vemos tienen un efecto cómico y sobre el final, al ver el mismo recurso utilizado de otra manera, eso cambia de óptica. Basta repensar los primeros ralentis para ver que ya no dan tanta risa, sino que generan una situación más cercana a la reflexión.

No hay que dar excusas tampoco. “El misterio de la felicidad” es cine industrial con contenido. Hay una trama previsible y lineal (la de dos amigos/socios que comparten una vida juntos, hasta que uno desaparece –un hilarante Fabián Arenillas- y su mujer –Inés Estevez- se une con el otro –Guillermo Francella- para encontrarlo) que teje de fondo algunos de los dilemas que nos aquejan cuando llegamos a cierta edad pero quizá no tenemos el tiempo para explorarlos. Ese tiempo que generalmente no está, la película lo habilita a partir de un acontecimiento (la desaparición) y lo convierte en posibilidad múltiple: la de conocerse, preguntarse dónde se está y hacia dónde se va. No son pocas las cuestiones que sugiere el film, como que uno no es más especial que el otro; y que todos somos lo que sabemos que somos –eso nunca es una certeza definitiva, claro está- y lo que el otro cree que somos. Y con ambas cosas hay que convivir.

Más allá de tener un director que sabe lo que hace, hay dos elementos sobresalientes en “El misterio de la felicidad”. El primero es la música de Nico Cota. Diversos y acertados colores para cada momento de la trama; la elección de voces graves, zumbantes y melodiosas como paleta principal; y la fina selección –más atribuible a Burman- de dos canciones como banda sonora en una escena clave de la película.


Por otro lado está Francella. Una superestrella en Argentina, Guillermo no es Darín, pero está en un mismo nivel competitivo en términos de boletos vendidos. A lo otro, el dominio que Ricardo tiene de su oficio -y que el comediante comenzó a vislumbrar en “El secreto de sus ojos”-, está llegando. ¿Qué está haciendo lo mismo hace un par de películas? Puede ser, ¿pero no es exactamente lo que tantas veces se dice de Darín? Y yo los defiendo, a ambos, y a tantos otros. Hay que saber hacer siempre lo mismo y sostenerlo con soltura; eso hace a una superestrella.

---8.5/10


"Lego, La Gran Aventura"

Algunas cuestiones sobre las cuáles no tengo certeza: ¿por qué una película de Lego®, así, con marca registrada y todo)? No sé cuál es la popularidad de las piezas de construcción hoy en día pero entiendo que lo que significaban para mí y lo que deberían seguir significando es lo que esta película intenta transmitir. Algunas certezas importantes por otro lado: el nivel de lectura es distinto aquí al de “Toy Story”. Estos juguetes no son conscientes de la existencia del mundo real y son producto de la creatividad y voluntades de quien juegue con ellos. Y son realmente pequeños, pero eso no elimina el hecho fundamental que se desprende de la mente de un niño que tiene estos Legos® en frente: todo es posible.

Y los niños también registran su realidad, creen en los sueños y en las historias increíbles, como la aventura sin igual que cuenta el film. Se podrá decir que todo el despliegue creativo y visual de la hora y media de esta película se encuentra en la secuencia inicial de “Toy Story 3”, pero se debe tener en cuenta una diferencia. El plus intelectual y de raciocinio, que Pixar hace años le sumó al cine de animación con el objetivo de deleitar a grandes y chicos, marcó un estándar difícil de menospreciar. De ahí para abajo, imposible. Y no digo que ese extra no esté aquí, pero el desafío para los creadores de “Lego” pudo haber sido el de ponerse en la cabeza de un chico y desde ahí darle vida a lo que ocurre en pantalla. Por favor, no comparemos esto con “Toy Story”; o dicho de otra forma, no le pidan al film cosas que no vino precisamente a ofrecer.

Para divertimento de los adultos, en principio hay una introducción del mundo del protagonista, post-prólogo básico y ridículo -con una muy buena profecía en forma de rima-, que tiene cierta vuelta de tuerca. Una suerte de lavado de cerebro como el que presentaba Mike Judge en “Idiocracy”, pero más leve. Además, la consigna del “todo es posible” juega a favor y hay lugar para la aparición de los guiños y referencias –cinematográficas y culturales- que se sintetizan en el protagonismo de un Batman hilarante que grandes y chicos disfrutarán por igual. Estéticamente, la recreación del mundo Lego® es un hallazgo. Todo aparece como si en el momento lo fuéramos haciendo con nuestras propias manos, sólo que a una velocidad máxima.

---8.5/10


"Un cuento de invierno"

Se puede hacer una película cursi bien; es decir, romántica en serio, con convicción. Si eso es lo que se busca, claro. ¿Ejemplos? Yendo en retrospectiva se me ocurren en principio “If Only”, “Hope Floats” y “The Secret Garden”; “Slumdog Millionaire”, si sirve más una pieza exitosa y multipremiada; y por supuesto cualquier cosa basada en una novela de Nicholas Sparks. Sin embargo a veces sucede que la autoconciencia juega en contra tanto para los que miramos cine como para los que realizan un film. En una escena de “Un cuenta de invierno” aparece Will Smith haciendo de Lucifer y lo que allí se ve hace que todo lo que la película venía contando (una historia de amor y milagros, del bien como luz –literalmente, la novela en que está basada tiene una fijación con el poder de la luz- eterna) con los elementos correspondientes, se vea puesto un tanto en duda. Se produce allí un ruido, no porque haya que situarse por completo en uno de los dos lados (en esta ocasión, la ridiculización o el drama real), sino porque molesta y nos pone a pensar en cosas que nos sacan de un relato que se supone nos debe sumergir en la pantalla. Al menos so es lo que propone Goldsman con la música, una empalagosidad de Hans Zimmer y Rupert Gregson-Williams que está siempre en primer plano; o la cinematografía de Caleb Deschanel, una imagen con retoques varios que realzan el componente fantástico de la trama y de una candidez deudora de cualquier romance. Sobre esto último, debe decirse que aunque los diálogos contienen una sarta importante de pavadas y no todo el argumento se comprende (se puede percibir que se trata de una novela de suficiente complejidad para ser llevada al cine: fuerzas varias del bien y del mal, diferentes temporalidades, ideologías diversas), el film encara este aspecto con madurez. Se trata de un romance adulto que, más allá de la incredulidad que pueda generar la propuesta, está interpretada con seguridad por Farrell y Brown Findlay. La joven actriz, más que parecer “la chica que está muriendo” (tipo de personaje logrado generalmente con maquillaje de más y menos de actuación), habita el papel y le da vida, con su voz y su mirada. De vuelta del otro lado, no fue hace tanto que Crowe le puso el cuerpo a un film que sí se creía la Leyenda (con mayúsculas, si se quiere), más allá del grado de solemnidad. Las lecciones de este film no son indispensables pero yo, que creo en el destino, me vi desconcertado ante su actuación en un estado de ánimo distinto que me impedía creerme el cuentito de invierno que en algunas escenas la película parece querer construir. Y no, no es el único problema. “Un cuento de invierno” es una película que sufre la adaptación, que no está fluidamente narrada y tiene giros dramáticos bruscos…pero no podemos hacer la vista gorda cuando se involucran superestrellas de este calibre; menos si se trata de Will Smith interpretando al mismísimo Diablo.

---6/10