"La corporación" (Ecos de género)
“La corporación”
se sabe y se asume de género, y de género clásico. Su encanto en principio está
en no definir qué genero, sino más una atmósfera que envuelve a los géneros
cinematográficos; un clima, una conciencia de los arquetipos que definen
personajes y resoluciones. De hecho, son esos lugares los que sostienen el
terreno de imprecisión en el que navega la película de Fabián Forte. ¿Qué tipo
de empresa tiene Mentor? ¿Qué hacen los que trabajan allí? ¿Qué negocio están
por concretar? ¿Y Luz? ¿Por qué hace eso de su vida? Podrá parecer que el film
se encarga de atar algunos de estos cabos sueltos, pero es lo otro –los
géneros- lo que se trabaja con dominio. Allí emerge el misterio que envuelve a
la historia: una pequeña dosis de ciencia y un componente romántico particular.
Incluso en ciertas escenas la película cobra aires de thriller. Hay referentes
directos, sí. “The Game” (David Fincher), algo de Andrew Niccol. Eso es lo que
se necesita para contar esta historia, para justificar sus ocurrencias más
extremas y mantener el interés hasta el final. El comienzo es una secuencia de
títulos tipo “Crímenes de Oxford” (Alex de la Iglesia). La película se pone en
la atmósfera de género y allí se afianza. Forte tampoco precisa de la oscuridad
o la noche para desarrollar el misterio; se agarra de su otra fuerza madre que
son sus protagonistas de lujo: Moro Anghileri y Osmar Nuñez. Ellos imprimen el
misterio a plena luz del día. Él, menos solemne que de costumbre y con una
ambigüedad entre lo recto y lo tierno que es todo un logro. Ella, la dama que
siempre fue –que es-, con la sonrisa perfecta que esconde un sufrimiento
inalterable. Estos son los personajes de “La Corporación”: fuerzas que sacuden
todo a su paso porque su mundo se tambalea. Ese es el clima de desesperación y
la manera de interpretarlo. Hay que destacar que más allá de los referentes y
del género que marca el camino –elementos que pueden hacer pensar en un
producto desentendido de su origen nacional, como suele suceder con
frecuencia-, Forte se planta a dirigir con un gen argentino que le sienta muy
bien a la idiosincrasia de los personajes y al lugar que hace la historia para
algo de humor.
---8/10
"Her" (o 'La película que todos queremos ver')
Las reflexiones de la mente humana giran en torno a miles de cosas, pero
siempre hay un centro tremendamente emocional y complejo que es la fuerza
inalterable de nuestra existencia. Cuando quisimos comparar al hombre con el
animal, ganamos por razonamiento, por tener el habla. Así las cosas, nadie
pondría en duda que los animales tienen sentimientos. Pero la tecnología,
aquello que nos superó por completo y que puede estar en todas partes a la vez
y resolver cualquier inquietud, no incluyó la capacidad de sentir. Un segundo:
¿es eso sentir? ¿Una capacidad? ¿Qué es lo mejor y lo peor para nuestro mundo y
qué cosas no pueden faltar en cualquier escenario? “Ella” hace las preguntas
que nos hacemos todos los días y ya en este primer aspecto se vuelve una
película atractiva y estimulante. Se trata de un universo original, que
sorprende a cada minuto con ocurrencias que, por más cómicas que sean, nunca
parecen descabelladas o fuera de lugar. Spike Jonze sabe sostener los límites de
la verosimilitud que presenta y en este caso nos trae una realidad dominada por
la tecnología de las comunicaciones, desencadenando su lógico resultado:
conexión cero. Si bien se percibe un reparo en el otro, las personas están en
línea directa con los auriculares y el dispositivo que les sea más útil.
Theodore (una composición exquisita, con múltiples matices, de Joaquin Phoenix)
es nuestro guía en una travesía que no nos es ajena. ¿Cuan hondo puede calar el
avance tecnológico al final del día? Planos cerrados -cambiantes pero cerrados-
y una puesta en escena despojada nos muestran la vida de un hombre que se ha
guardado entre cuatro paredes. Vamos descubriendo las heridas de su pasado y
comprendemos que su presente se haya falto del único motor que verdaderamente
pone en marcha las cosas: el amor. El mundo puede ser eso: podemos encerrarnos
en futuro que sea el más increíble jamás pensado; pero si no nos topamos con
ese otro que por un momento nos completa, nada tiene sentido. La película cubre
todas las aristas con respecto a esto. No se trata aquí de que hay un ‘alma
gemela’ esperándonos en un rincón. Ni siquiera es condición la relación de tipo
sexual –el guión acerca algunas ideas en esta dirección-. Es sin embargo
infaltable el amor romántico, ese que se define por una conexión especial que
se da sólo entre dos seres y supone calor entre los cuerpos; cercanía. Todos
están detrás de lo mismo, cada quien como puede. Lo vemos en el personaje de
Amy (luminosa Amy Adams) y la mujer que interpreta Olivia Wilde. Desde este
lugar, “Ella” aventura el posible retroceso de la tecnología. Por eso más
arriba me preguntaba si el sentir es una capacidad que se le obvió a la
tecnología. Ahora tengo la respuesta: sentir no es otra cosa que una necesidad;
pasado, presente y futuro para cualquier ser humano. ¿Y para el resto de los seres?
E.T buscaba amor, así que ahí vamos bien, pero… ¿Un sistema operativo tendría
que adquirir algo que le es lógicamente, técnicamente inferior? ¿Una
computadora debería desear algo que no tiene nada que ver con su diseño y
programación? Y después que sea lo que sea, pero no confundamos la propuesta y
el contenido de “Her” con la paparruchada. El último film de Spike Jonze tiene
el desparpajo de lo banal, aunque se vista con seriedad y se instale en el
futuro. El truco del director es claro, no hace mucho esfuerzo por esconderlo y
no por eso debemos quitarle mérito. Lo de todos los días, lo más cotidiano y básico, es muchas veces lo más
profundo.
---9/10
"Need For Speed"
La historia es
floja, el nudo emocional es débil, los personajes son superficiales y no sólo
porque disfrutan los autos y la velocidad; las escenas no permiten un
desarrollo y un lucimiento mayor que el deben cumplir para la trama. Los
famosos “personajes accesorio”, por ponerles un nombre: un héroe rebelde y con
todas las de perder; un malo demasiado malo; los ‘sidekicks’ como comic relief,
generando algunas –tibias- risas; y el interés romántico. Hay detalles de la
trama que no cierran aunque el final se vea venir desde la primera escena. Si
les cuento algo, les conté todo. Si ven el trailer, se encontrarán con una voz
en off arbitraria que plantea cosas que en la película no aparecen de esa misma
forma. Una operación extraña y descuidada de la producción del film. Así las cosas,
“Need For Speed” llega bañada de una calidez irresistible. El brillo de sus
protagonistas y el impacto visual del paisaje que recorren en su aventura
vuelven irrechazable lo que se ha repetido hasta el hartazgo. Es un viaje que
no nos hace saltar de la butaca pero tampoco nos desdibuja la sonrisa.
Técnicamente, el planteo visual de las persecuciones y las carreras puede verse
como una suerte de cruce entre la estilización y precisión de “Drive” (Nicolas
Winding Refn) y la comprensible adrenalina de “Rápido y Furioso” (Justin Lin,
en sus últimas entregas). Algunos movimientos se entienden más que otros pero
hay una clara decisión de reducir el choque y los golpes, dejando de lado los
estruendos fuertes para dar lugar a la contemplación de la velocidad. Acá no
hay vuelta: el mejor auto es el más rápido y todo lo demás es adorno. Los
diálogos tampoco se detienen mucho en información automovilística; es una
pasión que está sobreentendida para los personajes y debería funcionar como
contrato implícito con el espectador que, viendo el film, recibe lo que fue a
buscar. Yo la vi doblada al español, pero a juzgar por sus gestos y
expresividad, puedo asegurar que Aaron Paul –estrella absoluta- sale airoso de
la operación pochoclera. Y más le vale, porque en este momento, post “Breaking
Bad”, está en la cresta de la ola y no sería lindo caerse desde tan alto. ¿Da
para secuela? Mi respuesta sería un no, pero yo no controlo la taquilla
mundial.
---6/10
1 comment:
No hacía falta que Jesse Pinkman nos hiciera esto, no?
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