Saturday 26 December 2009

Te veo porque te quiero: Mini-críticas al ataque

A todos nos gusta algo particular del cine. Dentro de una película, generalmente, tendemos a prestar más atención a algunos elementos que a otros. Quizá esto sea inconsciente o no, pero se nota cuando escribimos. Sin embargo, y a nuestro pesar, lo que más se traduce en escritura es el amor por ciertas figuras: directores, actores, actrices y/o guionistas que nos generan un fanatismo difícil de ocultar. Generalmente este fanatismo está justificado, o al menos creo que debería estarlo si vamos a pasarnos toda una crítica adulando a alguien (no sería muy ‘crítico’ hacer esto sin sentido). Los invito a leer mis críticas de películas de Mark Ruffalo y Philip Seymour Hoffman –dos de mis actores favoritos- para que entiendan de qué estoy hablando.

Hoy llevamos a la vida cotidiana ese fanatismo, que para muchos es casi amor (es mi caso), a las películas que he estado viendo recientemente. El post tiene cuatro películas, con sus mini-críticas respectivas, que rápidamente expresan la situación de “amor”, conectándola en casos con anécdotas personales o relacionadas al film y dedicándose a lo que aquí todavía hacemos: analizar.

Estoy enamorado de Ellen Page, y creo no ser el único. Hay cierta magia que quien ve cine puede percibir, relacionada con el todo de una actriz. Por hoy digámosle “aura”. Y como el aura según Benjamin es la manifestación irrepetible de una lejanía, lo más lógico es relacionar esta magia de la actriz con una película en particular. Esto no quita que uno después siga volviéndose loco por la persona, pero nada va a poder superar esa sensación, ese brillo especial que uno encontró en tal actriz en una película en particular. En mi vida sólo ocurrió tres veces, esta “aura” o lo que sería el “momento aurático”: hablo de Winona Ryder en “Reality Bites” (aquí mi crítica), de Kate Hudson en “Almost Famous” (aquí mi crítica) y de Ellen Page en “Juno” (aquí mi crítica). Lo que sucede es que una vez vivida esta experiencia, no nos cansamos de seguir a la persona que la generó. Así uno llega a películas como “The Tracey Fragments”, que son de dudosa calidad pero que contienen a una Ellen Page que sabe lucirse. Dirigida por el canadiense Bruce McDonald y basada en una novela y guión de Maureen Medved, la película es el retrato de una adolescente conflictiva. Su nombre es Tracey Berkowitz y Page la interpreta como una locomotora andante: el pensamiento a mil por hora, la imaginación volando constantemente, un desinterés frenético que la puede encontrar en el más peligroso de los lugares sin estar asustada -claro que siempre hay una excepción, porque al final del día Tracey es una adolescente más-, una apariencia introvertida que esconde una mujercita salvaje. Sin duda es un personaje complejo con un mundo interior riquísimo que McDonald intenta acompañar desde lo visual. Lo que pasa en el film es que el hermano de Tracey desaparece y en torno a este hecho, la conocemos a ella, sus círculos y tratamos de descifrar lo ocurrido con su hermanito. Será complicado, pues el punto de vista siempre es el de la protagonista, aunque a veces se entrecruce una realidad que ella sigue confeccionando a su manera. Y esta realidad confeccionada es una realidad, como el título indica, fragmentada. Por lo tanto, así se construye el film. La pantalla se divide en dos, en tres, en diez, en quince partes y se pierde el centro del sonido y de la imagen; cosas aparecen y desaparecen; hay momentos recurrentes de presencia de un chico de quien Tracey está enamorada y también de un psicólogo extraño que la atiende de vez en cuando. La película es difícil de ver, pero es interesante. Además, parece que, como sucede con las grandes estrellas, está hecha para el lucimiento de su protagonista. ¿Será que fue así? ¿O es que el brillo de Page es enteramente natural?
---6/10

La respuesta a la pregunta anterior podría encontrarse en “The Stone Angel”. Dirigida también por una canadiense, Kari Skogland, quien alguna vez dirigiera la interesante “Liberty Stands Still”. “Angel” habla del pasado desde un presente tormentoso. El pasado que Hagar (intepretada por Ellen Burstyn de vieja y por la debutante Christine Horne de joven) recuerda es bello al principio, luego algunas piedras complican el camino y finalmente la vida termina en la eterna discusión familiar de si ir a un asilo o no. Su hijo Marvin (Dylan Baker) le guarda bastante rencor. Hagar es de una familia tradicional y, por alguna razón, siempre lo prefirió a su hijo menor John (Kevin Zegers); pero ambos la adoran por igual. Antes de este conflicto, sin embargo, la historia -cuyo guión la directora escribe basándose en la novela de Margaret Laurence- pasa por una etapa tipo “The Notebook” (aquí mi crítica), en la que la adinerada y tradicional Hagar se enamora del granjero mal hablado y mujeriego Bram Shipley (Cole Hauser). La comparación con la película de Cassavetes es inevitable, principalmente por el parecido de la historia, en segundo lugar porque la química entre Hauser y Taylor no funciona de la misma manera que la de Gosling y McAdams. Hauser no llega a transmitir la bondad suficiente, y el enamoramiento no se percibe; mientras que a Taylor los zapatos de mujer ruda que Burstyn se calza a la perfección en el presente del personaje le quedan un poco grandes. Estamos hablando de una historia de amor que destruyó a una familia. Por más que haya nados en el río desnudos, o sexo en las escaleras, el romance no parece estar allí. Y es lógico, si lo pensamos como una decisión moral del personaje de Hagar para contrariar a su familia; pero aún así, hay una idea de pasión femenina que tiene que verse y nunca aparece del todo. Hay otras cuestiones que se ubican dentro de la película. La filmación de Skogland es demasiado cuidada y bella, la música de John McCarthy permite predecir algunos momentos fundamentales...todo en general es bastante “película para televisión”, como un film que vi el otro día llamado “Los misterios de Pittsburgh”. Ese también es un film en el que todo está demasiado “en su lugar” y sin embargo, la presencia de una actriz, Sienna Miller, y su persona cinematográfica, descolocan...hace que las cosas no cierren del todo. Créanme que ocurre exactamente lo mismo con Ellen Page en “The Stone Angel”. Page intrepreta a Arlene, la novia de John, el hijo favorito de Hagar. Su aire es tan natural, tan verdaderamente de pueblo, y a la vez en discusiones serias con la madre de su novio el personaje se presenta tan amenazante que la composición plantea preguntas. En sus pocos minutos de pantalla, y desde su personaje, las cosas se ven diferente -es como que cobran sentido- y, en contraposición a lo anterior, las escenas de sexo son más que válidas, y creíbles...Arlene pide bebés, y la cámara muestra tensión; y un film que de otro modo hubiera sido un desastre, se vuelve digno de ver.
---6/10

Así como nos ocurre con actores, el fanatismo nos puede ocurrir también con directores. Es interesante, pues no todos estos tienen que ser ‘autores’ o personas de renombre. Un tipo como yo al que le encantan las comedias románticas va a desarrollar una leve admiración por realizadores como Richard Curtis, quizá Edward Burns o, recientemente por haber visto su confirmación con “The Proposal”, Anne Fletcher. Sin embargo, es el australiano Robert Luketic que desde “Legalmente Rubia” -sabia decisión la de no participar en la segunda parte- viene realizando decentes comedias románticas. ¿Podríamos llamarlo ‘artesano’ del género? Es cierto que “21 Blackjack” no es comedia, pero si es una historia romántica en un sentido general...se percibe. A mí me encanta “Legalmente Rubia” y me gustó “Monster in-Law” (aquí mi crítica), sin embargo es probable que el punto alto de la filmografía de Luketic sea una pequeña cosita llamada “Win a date with Tad Hamilton!”. Es una comedia romántica que funciona porque entiende; es entendida del género y sus temáticas. El guionista Victor Levin escribe acerca de una chica de pueblo llamada Rosalee Futch que gana un concurso para tener una cita con un galán estrella llamado Tad Hamilton. Ya desde los nombres el asunto es gracioso, y el entendimiento del que hablo se extiende para hacer funcionar la comedia y el romance. La comedia en la burla al pequeño pueblo y a la actitud de sus personas, que la película también homenajea en ciertos pasajes y en la actitud que la superestrella toma hacia la vida luego de conocer a Rosalee. Haciendo homenaje al pueblito se hace burla al galán estúpido carilindo de Hollywood. Este chiste sostenido es total, con la inclusión de dos actores importantes que no están desaprovechados sino minimizados: Nathan Lane y Sean Hayes, que hacen de managers/amigos de la estrellita. Hamilton está interpretado por Josh Duhamel, actor que admito no haber visto ‘actuar’ mucho pero que bajo la mira de Luketic parece entender cómo reírse de sí mismo. Mientras que por otro lado, el tercero en discordia, pueblerino mejor amigo de toda la vida de Rosalee (porque esto es un triángulo amoroso) interpretado por Topher Grace entiende que es de él de quien se tienen que reír. No es para menos la actuación de Kate Bosworth, que está hermosa y aquí se confirma como actriz luego de varias participaciones en films independientes...Luketic más tarde la haría verse en pantalla casi como una ‘femme fatale’ (en “21”) y luego la reemplazaría (¿?) por su versión más madura y emocional, Katherine Heigl. No se asusten, estas son todas teorías de una persona que cree entender a un director que quizá entiende. En “Monster in-Law” Jennifer Lopez supo lucirse, porque siempre las mujeres son más importantes para el australiano...aquí, ni Topher Grace ni Duhamel, más bien Bosworth y hasta Ginnifer Goodwin en un secundario exquisito. El romance también flota por todos lados, con una ternura inacabable, cursilería incluída y soundtrack acertadísimo. El film quizá peca de apurar demasiado su final predecible, pero Luketic no escatima esfuerzos a la hora de filmar, y lo hace de forma divertida, generando sorpresas con una trama que le da elementos para ‘jugar’ con el cine y los actores, y todo ese mundo del que él mismo forma parte (hay un par de escenas tipo “cine dentro de cine”, que se repiten y se vuelven a encontrar y que para una comedia romántica están bastante bien logradas). Al final del día, incluso cuando la estrella es la mujer, el director consigue que queramos ser un poquito de Tad Hamilton y otro poquito de ese amigo que siempre quiso a su amiga como algo más y ella no supo verlo.
---7/10

Y al final está Christina Ricci. Y mi amor de niño y una carrera con altibajos que pudo haber sido (debió haberlo sido) enorme. Aquí la criticamos hace un tiempo en “The Gathering” (mi crítica) y siempre que podemos la seguimos. El otro día empezaba esta historia de una mujer con una nariz de cerdo, cual Cenicienta o Blancanieves a la espera de su príncipe azul, solo que más fea. Pero mentira, porque ni con una nariz horrible puede verse fea Chrisina. Hay un lindo estado de ánimo en “Penelope”, el primer opus de Mark Palansky, escrito por Leslie Caveny. Nos introduce a sus personajes y su historia como si todo fuera un dulce cuento de buenas noches. Y lo es, cuando quiere, con personajes pintorescos como un periodista interpretado por Peter Dinklage o la madre obsesiva interpretada por Catherine O’Hara, hasta la motoquera rebelde en la piel de Reese Whiterspoon. Pero aunque este mecanismo de la fábula a Palansky le funciona, se queda mucho con la idea de “chanchito va a la ciudad y conoce gente” (literalmente, pues la Penelope que interpreta Ricci tiene esa nariz de chancho) y hace esperar mucho lo que claramente es una historia de amor, comedia o drama romántico, o ambas cosas. Y en la historia de amor, la cosa funciona porque es diferente el marco en que se cuenta, porque McAvoy es un anti galán que puede ser galán acá, allá (en “Atonement”-aquí mi crítica-) y en el otro lado (en “Wanted”; lo sé aunque no la vi) y porque Ricci hace todo absolutamente bien. Pero es tarde, como lo era para la Bella, o para Blancanieves, y para todas esas princesas que siempre esperaron...es tarde para el amor y el soundtrack que aquí no es acertado sino rebuscado, acentúa cosas que no hacía falta acentuar, y cierta naturalidad se pierde, y la película se queda a mitad de camino.
---6/10

Pero no pasa lo mismo en “Serendipity” (me rehúso a pronunciar la traducción del film cuando su título original es tan bello), porque el director Peter Chelson va el todo por el todo, y se la juega completamente por el amor. En este caso, lo une con la eterna idea del ‘destino’, y en su película nada puede fallar porque ya desde la puesta en escena todo está atravesado por esta cuestión. Los ralentis que muestran casualidades, los encuentros más esperados que inesperados, las sonrisas, los primeros planos, la música, las corridas por la ciudad de Nueva York, los suéteres que quedan en bancos por un largo rato sin que nadie los agarre...estas son todas situaciones que se dan en “Serendipity” y ninguna está fuera de lugar. Hombre regular americano (perfecto papel para John Cusack) conoce en circunstancias extraordinarias a hermosa mujer británica (en el film se llama Sara, pero es Kate Beckinsale); hablan, toman algo en un lugar llamado “Serendipity”; ella le confiesa su fascinación por el destino y él teme no volverla a ver. Se alejan, pero no se dejan de pensar. Esto, Sospechosos...esto sucede. Y si no me creen fíjense como lo vive Jonathan, el personaje que Cusack compone de forma tan humana con esa cualidad inexplicable que le imprime a todos sus personajes. Jonathan lo sufre, y busca a Sara desesperadamente. Vamos de cultura en cultura, porque hay otros personajes alocados que experimentan con músicas celtas (el prometido de Sara interpretado por un divertido John Corbett); de ciudad en ciudad, porque Sara obliga a su amiga Eve (una especial Molly Shannon) a volver a New York a encontrar al hombre de sus sueños; y hasta por toda la gran ciudad, cuando Jonathan le pide a su amigo periodista Dean (un sensacional Jeremy Piven) hacer lo imposible para encontrar a la mujer de sus sueños. En un film como este, 100% romántico desde su construcción, lo importante no es cómo termina -eso lo sabemos todos- sino los momentos mágicos durante el viaje, que son justamente los momentos que logra crear Chelson (estoy convencido de esto, pues también vi “Shall we dance”). Finales que no son finales, pistas que esperamos encontrar junto a los personajes, descubrimientos que saemos que serán así; momentos que arrebatan sonrisas, que estremecen el cuerpo. A una película romántica no se le puede pedir mucho más.
---8/10

PD: Verdad que esto se llama “Te veo porque te quiero”, así que se preguntarán por qué vi esta última película. Y es que me canso de decirlo pero, tarde o temprano, uno se termina enamorando de Kate Beckinsale.



...no?



La próxima nuestro clásico Especial de Fin De Año, y de a poco sí, todo lo que venimos prometiendo.

Saludos Sospechosos!

...y felices fiestas!!!

3 comments:

Unknown said...

Yo estoy enamorado de Ellen Page!
Y Kate Beckinsale... buff (sonrojado)

http://christophernolansfans.blogspot.com/2009/12/inception-ellen-page.html

Saludos y felices fiestas

P.D.: The Tracey Fragments es un peliculon, eso si, tendrias que verlas varias veces. Te recomiendo también Hard Candy si no la has visto aún. Y por supuesto An American Crime!

Pablo Martinez said...

Aguante Nora Arnezeder!!! jaja

Saludos! :D

Te espero comentando en mi blog ;)

FELICES FIESTAS!!

Un abrazo!

PM

ElChapa said...

Sean Bauer: Veo que somos dos...en ambos enamoramientos, y quizá en varios más (habrá que ver). Gracias por pasar y espero que lo sigas haciendo; y gracias por el link al comentario de Ellen en tu espacio ya que estuvo buena leerlo. En cuanto a "Hard Candy" y "American Crime" quedate tranquilo que vi ambas; la primera no es tanto de mi agrado pero en las dos Page la descoce.

Pablo: Felices Fiestas para vos también...Ya paso por allá!